Los Christmas de aquella Navidad

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)



Lejos quedan esos días en los que los carteros iban repartiendo las tarjetas navideñas con esos christmas de Unicef, que traían unos dibujos preciosos que retrataban la Navidad. Los niños del Tercer Mundo eran fotografiados en esas postales. Y es que la Navidad era el nacimiento de Jesús en un pobre pesebre. Era la época de la solidaridad. Villancicos que hablaban de la pobreza y de oficios tradicionales (muchos ya perdidos). Hace tiempo que la Navidad está asociada con la riqueza. Comilonas familiares o de empresa, un Papa Noel tecnológico, abrigos caros, juguetes de otra dimensión. Nadie se acuerda del pobre. No hace tantos años de esos tiempos en los que la gente era más solidaria y tenía un concepto de Navidad más austero. Se le ha dado la vuelta al calcetín a las fiestas. ¿Hay más riqueza? No. Quizás más desigualdad, aunque la pobreza cambió de rostro. Pero sigue ahí mezclada con la abundancia. Posiblemente esa riqueza material de la que hablo contrasta con una pobreza de valores humanos. Cada vez estamos más lejos de aquel sentido primero de la Navidad. Todo gira en gastarnos en un mes mucho dinero.

Los escenarios de oscuridad y misterio de Navidades pasadas también contrastan con cientos de bombillas que iluminan nuestras caras. No porque tengamos más luz exterior somos más brillantes. La Navidad, de hace unos años, tenía un color más sentimental. Es algo así como el sonido del pasado que bulle en nuestros corazones con recuerdos que nos dicen lo importante que era la cita, la espera, la calle. Esa Navidad llena de poesía que olía a encanto, a historia, a tradición.

Lejos de estas consideraciones, lo cierto es que el año está agotado. La primavera, el verano, el otoño, cada uno en su momento, fueron trayéndonos días, cosas y momentos. Pero se agotaron. El final del 2019 está cerca. Pasa un año, y luego otro, y seguimos celebrando la Navidad. La cena de Nochevieja. La comida de Año Nuevo. Los regalos de los Reyes Magos. Todo con más glamour y dinero pero, al fin de cuentas, lo que queda es lo verdadero. La esencia, el espíritu es lo que mantiene viva a esta festividad. Hemos perdido también el sentido religioso. Es el nacimiento de Jesús lo que celebramos y no una fecha suelta en el calendario.

Cambian los tiempos y las gentes. Cambia nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos. Pero la Navidad, llega. Siempre lo hace. Champagne, panderetas, villancicos, las luces multicolores que se apagan y se prenden en medio de la oscuridad, las tardes de tele, el sonido del ‘Merry Christmas’. Es época de mirarnos unos a los otros, de hacernos la vida más fácil y ver como hay personas que lo están pasando mal. Debemos de ayudarnos. Ese es el encanto de la Navidad. 


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