Ya está aquí la Navidad

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Aún no estamos en Navidad. Pero lo parece. Las calles están iluminadas y los niños preparados para los días sin colegio que vendrán. Estamos esperando el sorteo de la Lotería, La Nochebuena, el fin de año, los Reyes. Sensaciones previas que, a veces, son más bonitas que las propias fiestas. Todo se repite en esta vida. Deseamos que las cosas lleguen y luego se van sin más. Es como un volver a empezar.

Cuando pensamos en Navidad, evocamos los recuerdos de nuestra infancia. Que son muchos. Todo el mundo tuvo una infancia navideña. Etapas de la vida. Etapas, todas ellas, que se han quedado atrás. Si pudiese elegir un lugar donde pasar esta Nochebuena sería en casa de mis abuelos y en otro tiempo riendo sin parar, comiendo pollo, turrón, polvorones. Todo parecía formar parte de algo que nunca se iba a acabar. Ya sabemos que no se puede volver atrás, es solo un deseo de cosas imposibles. Ha pasado el tiempo y todo ha cambiado tanto. No encuentras apenas a niños cantando villancicos por la calle, la gente no acude como antes a la Misa del Gallo y la tele no es tan divertida como antes. Y eso que las mesas están llenas de chucherías, de globos y de colorido. Antes eran mesas con manteles blancos, braseros de picón y sillas que se cogían del pasillo de la casa. No había sillones relax ni televisores Smart TV. Ni nos hacían falta para pasarlo bien.

El otro día me comentó alguien que en la Nochebuena apenas se habla, pues los móviles están tan activos que tapan las conversaciones. Es curioso lo del móvil. No era lo peor hablar mucho por teléfono. Mandar mensajes a porillo es todavía más nocivo y obsesivo.

Se dice que la Navidad es menos familiar aunque, en realidad, la vida en sí es menos familiar. A mí me gusta ahora la Navidad a ratos. Antes me gustaba entera y me sabía a poco cuando llegaba el 7 de enero y había que volver a la escuela. Pero hay momentos que sí son felices, escuchar una canción navideña, ver la cara de tus hijos en Reyes, abrir la botella de champagne, extender el mantel, comer alguna que otra delicia gastronómica, tomarse las uvas. Son cosas que las vives con mucha alegría como familia, con los amigos o como novios…Pero también se vive con nostalgia. Se echa demasiado en falta a los que no están.

Por muchas navidades que se amontonen en nuestra mesilla de noche, siempre necesitamos acudir a la de nuestra niñez. De ese tiempo a esta parte todo pasó muy deprisa. Últimamente los días empiezan a parecerse a los años.


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