Enero cargado de valores

EMILIO GÓMEZ




Los valores ya no se tienen en cuenta, andan extraviados por ahí. Vivimos en la sociedad de la trampa, del engaño y de la mentira. El problema ha sido que hemos normalizado ‘el todo vale’ para lograr el objetivo. El otro día me dio mucha pena como se le concedía el trofeo de Mejor Jugador de la Supercopa a un futbolista del Real Madrid,  Valverde, después haber sido expulsado por una entrada bestial a un rival. ¿Cómo puede ser eso? Hay que jugarle limpio a la vida.
Algunos ilustrados de ahora dicen que los valores son antiguallas incompatibles con la modernidad o simplemente son una melancólica evocación del pasado. Nada de esto es cierto. Los valores estarán siempre ahí para utilizarlos. Son una guía maravillosa.
Esta semana asistíamos al Congreso Educando en Valores en el Teatro El Silo Pozoblanco donde estuvo Jesús Vidal, ese actor que recibió el premio Goya al mejor actor revelación por su papel en la película Campeones. Sus discurso conmovió a la sociedad “Queridos padres, a mí sí me gustaría tener un hijo como yo, porque tengo unos padres como vosotros”. Un discurso emocionante. Dicen que estamos faltos de emociones. Es porque estamos faltos de valores. Tenemos muchos valores de cara a la galería pero muy pocos con las personas que tenemos al lado. Los valores no es que se hayan perdido, no se practican.  Hay valores de boca y otros de acción. Padres que se quejan del comportamiento de sus hijos pero que los dejan solos usando video juegos, consolas o móviles. Es mejor compartir momentos cada día que habituarlos a que hagan una vida tecnológica por su cuenta.
La vida está llena de historias. El próximo 24 de enero se otorgarán los Premios del Deporte de la Cadena Cope. Intentaremos llevarle las vidas de la gente que están llenas de momentos, de emociones, de cosas increíbles para contar. Actualmente hemos perdido los diálogos verdaderos por mensajes virtuales embusteros. Hemos perdido nuestra imagen real al retocarla demasiado. Hemos perdido una forma de ser que existía y que muere.
Las historias que se contarán ese viernes 24  serán deportivas pero, sobre todo, sacadas del horno de la vida. La de una chica que empezó a correr cuando se decía “que eso era de locos”. ¿Dónde irá con tantas prisas siempre?, decían. Tenía ganas de comerse la vida. La de un luchador que no dejaba de hacer deporte a pesar de venir  de ponerse la quimio y la radioterapia. Incansable. La de un chico que en Belalcázar e Hinojosa,  soñaba con ser algo en el fútbol y ahora es el que dirige a las figuras del fútbol mundial. Soñadores como el chico  de Hinojosa del Duque que en Sevilla iba a ver los entrenamientos de Luis Aragonés, sin saber que llegaría a ser director deportivo de un club de Primera. Incansables como Vicente que hace del fútbol sala su pasión más vitalista. Personas alegres como José Luis que llenó todo el pueblo de El Viso de bondad (cuando vivió) con su forma de ser y de lágrimas cuando se fue. Y colectivos que hacen que todo tenga sentido alrededor de un balón  en Tercera, en el  fútbol femenino,  con chavales de escuela que sueñan con ser Messi o Cristiano, en rutas saludables, en una bicicleta,  o jugando a ser Olímpicos con los juegos de siempre, de toda la vida. Compartir momentos, de eso se trata. Y ese será el lema de la Gala del deporte de Cope que no será deporte sino testimonios de vida.
El público infantil cerrará enero en el Concurso de la Voz de la Lectura Luciana López Aparicio. Niños y niñas de ocho años en el apasionante mundo de la lectura. Adentrados en libros con personajes ficticios o reales  que les llevarán por sitios que nunca verán porque están en su mente.
Los chicos con este concurso es como si volvieran a oír historias en  lugares maravillosos que no existen y a imaginar que podemos hacer un mundo mejor si le ponemos magia  a todo. Ni Jesús Vidal, ni los premiados de Cope ni los chicos que concursan en La Voz de la Lectura llegan a estos sitios sin haber tirado del esfuerzo. Ahí está la superación, el compromiso, la realización y si me apuran…hasta el sentimiento. Qué no nos engañen, los valores no son los sinónimos de la rigidez. En ellos existe mucha fantasía que se descubre siendo un artesano de las emociones. Eso es lo que hay que cultivar. Todo ello con la vocación de servicio a los demás. Somos lo que dejamos en los otros. Es una pena que nos queramos tanto a nosotros mismos.


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