¿Qué fue de los grandes “gurús” del ladrillo?

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ




Ya casi nadie se acuerda de los años en los que el ladrillo era uno de los motores principales de la economía de nuestro país. Entre 1997 y el 2006 se vivió esa época donde casi toda la construcción se vendía sobre plano.
Pero hace 12 años llegó el pinchazo (o más bien reventón) que trajo la ruina colectiva, el rescate, los desahucios y con ello las cuatro grietas concretadas en  paro, corrupción, salarios bajos y deuda.
Hacienda puso sobre la mesa que aquella pesadilla la pagáramos entre todos. Entre los muchos constructores quince de ellos fueron iconos donde mirarse en aquella época. Sin embargo aún hoy arrastran una deuda con los contribuyentes de 2.600 millones de euros.
Entre estos se encuentran tres de nuestra provincia: Rafael Gómez (conocido como “Sandokán”),  la familia Romero (Prasa) y Sánchez Ramade (Noriega).
También dentro de las deudas importantes los hay que no aparecen aun  teniéndolas, y otros están totalmente desaparecidos o guardan un absoluto mutismo.
En aquellos años España vivía una quimera. No eran pocos los adolescentes que dejaban de estudiar y se subían al andamio, pues entonces se podían  ganar incluso sueldos de 2.600 € al mes desarrollando trabajos de peón. Los banqueros por otro lado se subieron a esta locura y se olvidaron de lo que verdaderamente eran. Todo el mundo aspiraba a ser algo que no era.
Casi todos estos grandes constructores tuvieron un denominador común: Su enorme e insaciable vanidad y afán de ostentación. Se compraron un yate de muchos metros, grandes fincas rústicas de calidad, hasta ganaderías de toros bravos. Y muchos de ellos compraron equipos de fútbol e incluso algunos se compraron un avión.
La famosa inmobiliaria Astroc prometía grandes beneficios a sus inversores.
Ahora, 13 años después de aquel pinchazo, han quedado muchísimos bloques de pisos a medio terminar que conviven con solares y con estructuras de hormigón que nunca se terminarán.
Las entidades financieras tuvieron gran responsabilidad en esta situación, ya que entonces ponían muy fácilmente el dinero a los pies de los constructores para después denunciarlos.
Todos conocemos en nuestra comarca y provincia casos como los que expongo. Y centrándome en solo dos por proximidad y conocimiento detallo cómo están en la actualidad.
El primero de ellos el polémico y polifacético Rafael Gómez, “Sandokán”, que protagonizó uno de los grandes fraudes de la burbuja. En la actualidad 11 de sus sociedades deben a Hacienda más de 260 millones de euros. Y hoy día  cumple condena de 5 años en la cárcel de Alcolea (Córdoba) por fraude fiscal.
Goza del tercer grado penitenciario desde marzo de 2019 y tiene que abonar una multa de 112 millones. Con 76 años, aún afronta numerosos procesos judiciales.
Lo más gracioso y cómico es que ante el juez se declaró como analfabeto y afirmó sin rubor que ni él ni sus hijos, todos con carreras, sabían lo que era el IRPF o el Impuesto de Sociedades.
Con anterioridad había sido condenado por el famoso caso Malaya de Marbella.
Siguiendo la moda fue presidente del Córdoba C.F. y fundó el partido político  “Unión Cordobesa”, para ganar tiempo con la justicia, siendo líder de la oposición en la primera legislatura en la que se presentó. En las últimas municipales, ya con él en prisión, optó por no presentarse.
El segundo y muy conocido por todos los pedrocheños es José Romero, cuya familia procede de Torrecampo, y que junto a sus hermanos heredó la constructora Prasa de su padre, Pablo Romero Alamillo
En julio de 2017, en su finca “Puerto del Toro” (1.621 hectáreas), en el término de Villanueva del Rey (Valle del Guadiato)  se quitó la vida de un disparo el ex presidente de Caja Madrid Miguel Blesa. Este mismo autorizó el préstamo de 406 millones de euros a su amigo Romero. Pero esta gran cantidad no evitó la estrepitosa caída de la empresa. Prasa aún adeuda cerca de 100 millones a Hacienda.
También José Romero fue copropietario del Córdoba C.F. y diversificó su negocio hacia el sector agroganadero. Fue mecenas universitario y acumuló una abundante colección de arte.
Hace un año y medio anticorrupción pidió cuatro años y medio de prisión para el constructor por el caso “Astaza”, que se juzga en la localidad malagueña de Estepona. Espera la sentencia.
Pero la mayor ruina de nuestra comunidad la produjo la conocida constructora Aifos, asentada en Málaga, la cual protagonizó la mayor quiebra. No pagaba nada a nadie. Dejó las arcas totalmente vacías y un agujero de deuda de más de 900 millones, afectando directamente a más de 5.500 familias y cientos de proveedores. Parte de sus urbanizaciones han tenido que ser destruidas.
El dueño de esta empresa, Jesús Ruiz Casado, estuvo una semana en la cárcel,   tras la cual salió al abonar la fianza.
En la actualidad adeuda al fisco 217 millones de euros.
En todo esto hay un denominador común: La ambición enfermiza y sin límites, el afán de ostentación y el derroche. Hay quien se cree que los tiempos de vacas gordas duran eternamente.
Porque aunque es verdad que una parte, aunque sea mínima, han sido empresarios honestos que tras la crisis se han quedado sin nada, la gran mayoría han salvado grandes cantidades de dinero que tienen bien guardado en distintos sitios para que ellos y toda su familia viva muy bien el resto de sus días.
También, y es una opinión personal, creo que las penas en estas situaciones no están acordes a los delitos que cometen, quedándose las mismas muy laxas.
Las malas situaciones deben hacernos aprender en todos los sentidos para tratar de no volver a cometer los mismos errores. Sobre todo porque al final de todo quién verdaderamente paga los platos rotos es la parte más débil, que son los miles y miles de ciudadanos que dieron sus ahorros con toda su ilusión para comprar su vivienda. Y al final se han quedado sin dinero y sin vivienda.
Se demuestra una vez más que cierta ambición sin límites en el ser humano es como un misil que crece en potencia y al final siempre estalla, dejando un sinfín de damnificados.

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