Pongamos que hablo de vivir (XVII)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


Dice el refrán: “calenturas otoñales, o muy largas o mortales”, la sabiduría del refranero español siempre es certera. Decididamente el tiempo que nos acompaña no es el más apropiado, máxime si las adversas condiciones climatológicas que tenemos presentadas se vienen repitiendo durante los tres últimos años, donde la pluviometría ha sido escasa e irregular.

Según datos de la Consejería de Medio Ambiente, desde el año 2015 la Andalucía se encuentra en situación de sequía, con algún mes en los que se sale ligeramente de esta situación. La primavera pasada, en líneas generales fue seca y sobretodo muy calurosa, al igual que el verano que hemos pasado y el problema fundamental, esta dinámica no ha cambiado, seguimos en otoño y todo igual, mucho un calor, algo que no es propio de estas fechas.

La climatología influye decisivamente en el desarrollo de los cultivos, si nos centramos en nuestra comarca, encinar y olivar se están viendo realmente afectados por esta circunstancia. Respecto al primero, este año partíamos con una buena cantidad de bellotas que por ende nos proporcionaría una buena montanera lo cual repercute de manera directa en una muy buena calidad en jamones y paletas. Pero es indudable que si la climatología no acompaña, la bellota, principal aporte energético del cerdo, se verá claramente mermada, los niveles de maduración y deshidratación de la misma influyen decisivamente en su contenido de nutrientes (proteínas, azúcares, grasas (ácido oleico) y minerales), lógicamente si estos valores no son adecuados, el resultado final de la ecuación se verá afectado.

Respecto al olivar, sucede algo similar, la cuantía de las lluvias y su reparto a lo largo del año influyen de manera notable en los procesos que ocurren a lo largo del ciclo del olivo, tales como la lipogénesis o formación del aceite. Según el IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera) de Córdoba, aunque exista el riego por goteo en un olivar, no es suficiente para evitar el estrés hídrico, de sus ensayos se deduce que las en las fincas con riego por goteo los efectos de la sequia son menos severos en una finca de secano, pero no se pueden paliar por completo.

Se denomina estrés hídrico a la falta de agua en un cultivo para cubrir sus necesidades, afecta directamente a la fotosíntesis del mismo, la planta realiza una especie de autorregulación de su transpiración y esto sólo lo consigue cerrando sus estomas para ahorrar agua. Lógicamente el tiempo de duración y el momento en el que acontece este estrés hídrico condiciona la respuesta vegetativa y productiva de la planta, repercutiendo decisivamente en dos aspectos fundamentales del cultivo, la cosecha y la cantidad de aceite que contiene una aceituna, salvando las distancias y sin entrar en tecnicismos, lo que en el argot coloquial olivarero se denomina rendimiento graso de la aceituna.

En algunas zonas de olivar en secano, para combatir el estrés hídrico, se utiliza el caolín, que es una especie de arcilla que se aplica sobre los olivos, está autorizada en España para combatir los “golpes de sol” y el estrés térmico de los cultivos, también lo está en Estados Unidos para combatir plagas y enfermedades como la psylla de peral o la mosca blanca. El caolín muestra resultados positivos en el olivar de dos formas, primero como protector contra quemaduras solares y contra el estrés hídrico, aplicando una suspensión de éste sobre el olivo, (al secarse forma una capa blanca protectora), y segundo, incidiendo de forma beneficiosa para el olivo, reduciendo los ataques de mosca del olivo y prays, Saour y Makee (2003 y 2004).

Atendiendo al desarrollo vegetativo del olivo y a la formación del aceite, la primavera es la estación donde se tiene lugar la formación de inflorescencias, la consecuente floración y el cuaje del fruto hasta llegar al endurecimiento del hueso de la aceituna. El verano es el momento en el que se producen las primeras fases de crecimiento de este fruto. Y por último el otoño, es el período más importante a nivel de la actividad lipogénica (formación de aceite) y desarrollo del fruto, refiriéndonos al tamaño de éste, y también es la etapa más sensible del proceso, respecto a la planta y estrés hídrico se refiere, es por ello la importancia mayúscula de las ansiadas lluvias, siendo un requisito básico para el buen desarrollo y cantidad del aceite.

Del estudio del IFAPA, como resumen final, podemos quedarnos con las siguientes conclusiones: El estrés hídrico afecta negativamente a la formación del aceite causando bajos rendimientos grasos, el crecimiento del fruto también se ve seriamente afectado, el riego por goteo palia estas condiciones pero no elimina el estrés y por último y más importante, las lluvias de otoño son imprescindibles para la formación del aceite, por tanto, tiene que llover, y mejor antes que después.


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