Camacho los tiene bien puestos

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


El fútbol se está convirtiendo en un espectáculo que va más allá de lo futbolístico. Camacho dejó claro hace unos días que no entraba en tertulias con gente que viene del mundo del corazón. Y es que jamás pensábamos que el Conde Lecquio, Kiko Matamoros o el mismo Joaquín Prat pudieran estar debatiendo sobre fútbol y los partidos del Mundial.

El gesto de Camacho evidencia su rechazo a un tipo de prensa del corazón que solo le interesa el favor de su audiencia aunque sea entrando en los terrenos íntimos y personales. Saben que hay mucho campo: los gestos de Cristiano, el peinado de Neymar, las salidas nocturnas de algunos jugadores. Y muchas cosas que no interesan al aficionado de verdad. Quieren convertir a algo que vende (el fútbol) en la nueva prensa del corazón. La ‘salvamización’ de la información deportiva es un objetivo. Se lleva años intentando convertir al fútbol en un espectáculo de variedades. El problema es que para hacerlo no vale cualquiera. El deporte tiene su lenguaje, sus códigos y su razón de ser. Hay que invadir muchas cosas para cambiarlo. 



Me gustó la reacción de Camacho. Hay que defender las cosas con su esencia. No darle ese perfume rosa que quiere invadirlo todo. Los futbolistas no deben de entrar en ser estrellas de una función que no les lleva a nada. A los que intentar meter la cabeza con este tipo de periodismo no le interesa ni la táctica, ni la estrategia ni la fantasía en el tapete verde. Solo buscan la alfombra roja para meter a los protagonistas y luego arrojarlos al basurero. Esta sociedad solo persigue el espectáculo. Los valores son los que defiende a las personas y a las cosas de la desaparición. El fútbol no necesita de ‘Jesulines’. Ya sabemos lo que el mundo del toro ha padecido con este intrusismo periodístico del corazón.

La sociedad del espectáculo es el mal de nuestro tiempo. El arte, la literatura y el conocimiento están seriamente amenazados por ella. Camacho los tiene bien puestos. Hay que defenderse de los que amenazan un espectáculo único que se juega en el campo y no en un plató de televisión rosa. 


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