Santiago Cabello, el alcalde que arrasó el 26 de mayo

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO

Era abril del 2015. Tres días antes de que se cerrara el plazo de presentación de listas al Ayuntamiento de Pozoblanco, llamaron a Santiago Cabello para que encabezara la del Partido Popular. Después de pensarlo, de dar el no, del no sé, tiró hacia adelante con un sí que escondía dudas, según cuentan los que vivieron esos días en los que el Partido Popular estuvo a punto de no estar en las elecciones de hace cuatro años.

Por entonces, la formación popular, estaba rota después de muchos avatares en los que desde la dirección de Córdoba pedían un cambio, una cara nueva y un proyecto renovado para Pozoblanco. Y fue cuando surgió la figura de Santiago Cabello Muñoz. Una apuesta a la que Salvador Fuentes le dio el visto bueno. Cabello no había estado nunca en política. Solo había sido miembro de la Plataforma Salvemos al Sector Lácteo. Un joven de 36 años, trabajador de Covap, de familia ganadera y al que le gustaba el orden en todo lo que hacía. Poco amigo de conflictos y al que le gustaba ir siempre bien vestido y arreglado. Es difícil verlo con la camisa sacada más de una lado que de otro o despeinado. Cuidadoso con su imagen y muy inteligente. Más de lo que la gente se cree. Si no, no se entiende los resultados que se han dado.

Un mes y poco de dar el sí, ya estaba en el equipo de gobierno en un pacto PP-Pozoblanco en Positivo, en el que se repartirían la alcaldía durante el mandato. Sus primeras atribuciones fueron la de ser concejal de Desarrollo Económico. En su despacho se formaban colas y colas de gente. Santiago Cabello era como ese médico que atiende en su consulta sin mirar el reloj olvidándose del tiempo y de lo que se le puede venir detrás de la puerta por la larga espera. Le costó entrar en la vorágine política. Fue haciendo discurso, soltándose en las cosas del día a día pero siempre sabedor de que su oportunidad estaría por llegar. Como así pasó. Dos años más tarde logró la alcaldía. Para entonces, era un político más hecho, con las ideas muy claras y sabiendo sus potencialidades y debilidades. 

Santiago Cabello salió reelegido alcalde. /SÁNCHEZ RUIZ


Cabello tenía claro que no sería un político pasional, de esos que defienden su ideología por encima de todo. Nunca se le ha visto un romance con el mundo político. Su forma de trabajo era la de estar cerca del vecino, de la asociación, de los barrios y de las cosas. Capaz de estar en cinco actos en un día. Dicen que una mediodía lo invitaron a tres actos y en todos se sentó en la mesa. En uno le sirvieron el primer plato, en otro el segundo plato pero llegó al postre del tercero. “Parece que está clonado” decía un amigo de la persona en cuestión quien siempre tuvo claro que la política municipal poco tiene que ver con la otra política. Siempre huyó de cánones políticos establecidos de partido.

Comentaba en una entrevista a Andana Televisión que sus dos años escasos como alcalde han sido frenéticos, tanto que aseguraba que muchas veces salía a las cinco de la tarde del Ayuntamiento para comer. Meticuloso, poco dado a la aventura a la hora de tomar una decisión, muy reflexivo, dando a las cosas más vueltas que las que tienen y ajeno a lo que pasa en el resto del mundo.

Decía alguien que en las grandes ciudades el alcalde es el del partido pero que en los pueblos el alcalde es del pueblo. Eso sí lo ha sabido hacer. Y le ha salido bien. No obstante, tiene una tarea complicada. La Residencia es un proyecto que tiene que cumplir. Y muchas más cosas que iban en su programa. Lo que no dejará de hacer es estar cerca de la gente. Va en sus genes. Hay políticos que no se apartan de la idea de que un alcalde tiene que tomar decisiones (gusten más o menos) otros como Santi piensan que las decisiones están en la gente y hay que tomarlas en función de lo que se perciba en la calle. Le han criticado ser “un queda bien”. Posiblemente lo sea. Y ya se sabe que nunca puedes quedar bien con todo el mundo. Otro de los aspectos que ha jugado a su favor es el hecho de que Pozoblanco es un pueblo en el que ya se penaliza mucho los tonos de voz agresivos, la crítica dura y las peleas políticas. Todo fruto de lo que pasó años atrás. Los pozoalbenses premian más la paz que el grito. Aunque, a veces, haya que gritar. Cabello se desenvuelve mejor en el tono bajo que en el alto.

Posiblemente no sea de esos políticos que pudieran dar una clase magistral en una Auditorio. Posiblemente no sea de los que lean libros que marcaron la historia política de la humanidad. Es de los que se mueve mejor en el día a día, las redes sociales y en los asuntos cercanos. No es un político al uso. Nadie creyó que Santi podía sacar 10 concejales de 17, solo cuatro años después de entrar en política. Pero que nadie olvide que la política son ciclos y que todo cambia. Pasó el ciclo de Benito, el de Pozoblanco en Positivo y ahora no sabemos cuánto durará el de Santiago Cabello. De momento, cuatro años más. 


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