Portadas arquitectónicas de Hinojosa. Patrimonio perdido

JUAN ANDRÉS MOLINERO MERCHÁN 
(Doctor por la Universidad de Salamanca)


LA VILLA DE HINOJOSA LUCE CON LUZ PROPIA, con mucha intensidad, el Renacimiento cordobés. Nada descubrimos a nadie si afirmamos que constituye una de las principales luminarias de humanismo quinientista, con la excelsa expresión de “La Catedral de la Sierra” (Iglesia Parroquial de San Juan Bautista). No obstante, la villa histórica posee otros legados de mucha enjuncia que a menudo pasan desapercibidos: uno de los grandes patrimonios arquitectónicos desaparecidos son las antiguas Portadas Renacentistas de la villa. Desgraciadamente no quedan vestigios materiales ni fotográficos (que conozcamos), pero sí la referencia impagable –a pesar de su registro alicorto– del afamado carmelita D. Juan Ruiz. En la encomiable y siempre referenciada obra de La Ilustre y noble villa de Hinojosa del Duque (Jerez de la Frontera, 1923) el avezado clérigo rescata para nosotros –como bien ensalzaba el cronista cordobés D. José María Rey– no solamente el arca de sándalo de los viejos privilegios, sino el conocimiento amplio de su tierra patria y el orgullo de sus congéneres para conocer su historia. La arquitectura hinojoseña cumple, en la referida obra, un papel extraordinario, elevando a la peana de mayor notoriedad su querida iglesia matriz (San Juan Bautista). Resulta evidente que el autor siente que se trata de una materialidad importante del colectivo, al igual que otras secundarias que le secundan en notoriedad (convento de la Purísima, San Diego, etc.). Esa consideración sobre el Patrimonio, en aquel tiempo y espacio de Los Pedroches, no puede más que tildarse de una auténtica gesta.

Especial consideración tiene para nosotros la referencia de las antiguas puertas de acceso de la villa histórica. En esta ocasión el religioso las recoge –que no es poco– de forma alicorta. Más no se le puede pedir, claro está, pero nos deja un sabor agridulce inconmensurable. Se trata de un hombre culto que, sin ser historiador del arte (de nuestros tiempos), conoce muy bien el percal del patrimonio, la significación que tiene y la proyección como legado para comprender nuestros mejores valores arquitectónicos y espirituales. En la referencia de la Puertas de la villa acusa su profundo lamento cuando vuelve después de ocho años (1895-1902, con su hábito, estudios y sacerdocio acuestas), encontrándose su desaparición (¡Por desgracia ya no existen!; ¿Qué manos profanas demolieron sus soberbios sillares?), indicándonos al menos cuáles eran y algunas de sus funciones. Desgraciadamente su mirada es cicatera, achacable simplemente al concepto patrimonial de su era (patrimonio inmaterial…, no considerado legado, aunque quiera dejar constancia), pues podía haber descrito en idénticos términos que la Catedral, pero no lo hace. En todo caso su aportación es sustantiva con la sola referencia de las cinco puertas existentes y ponderación de su tránsito, realizadas en la medianía de la centuria y al final del siglo: San Sebastián, Sevilla y Córdoba (que son más cosarios caminos, como decían en 1.581), con las subsiguientes de Belalcázar, La Torrecilla y San Gregorio. Además de ofrecer datos básicos de carácter artísticos y funcionales.

Con estas escuálidas referencias de un testimonio tan cualificado tenemos que navegar en el mar de las inclemencias. A pesar de las limitaciones historiográficas, queda de manifiesto que Hinojosa contaba con un patrimonio importante. Las derivadas de esas precarias existencias que se citan no son pocas. Desde un punto de vista urbanístico ratifica la notoriedad de un recinto amurallado de tapial de origen bajomedieval, que se constata en casi todos los pueblos de nuestras villas, con un carácter profiláctico y simbólico: para defenderse de las alimañas del campo y de la noche; de forasteros y maleantes; control fiscalizador (cobros municipales); carácter económico; protección de enfermedades y epidemias, etc. Sobre todo de las inseguridades y miedos, que más que otra cosa son recursos de carácter psicológico. Aparte, claro está, de ser elementos definitorios de análisis de la conformación urbanística a tenor de la disposición de las puertas y los viales o ejes fundamentales: con orientación hacia los principales núcleos del entorno y capital (Córdoba, Sevilla, Belalcázar).

Las Portadas constituyen en Hinojosa, aparte de lo referido, un elemento muy relevante en términos materiales, monumentales y artísticos. Respecto a la primera consideración, bastaría referir la preexistencia después de más de trescientos años (“perfectamente conservadas”), así como la monumentalidad que se infiere con piedras que –según describe el Padre Ruiz, que las conoció de facto– daban un aspecto señorial y de grandeza (“soberbios sillares”); sobre la de San Sebastián, referencia constante de su infancia, expresa con rotundidad que siente verdadera nostalgia al ver derribado aquel legado que tanto hermoseaba su barrio. Solamente cabe pensar en un auténtico baluarte monumental. En términos artísticos, el carmelita resulta muy elocuente calificándolas como cinco joyas del estilo Plateresco. Él mismo nos describe en su obra con avezado lenguaje las Portadas del templo de San Juan Bautista (Catedral), con habilidosa dialéctica y un lenguaje artístico encomiable (describiendo cuerpos y pilastras, hornacinas y decoraciones, etc.), con lo que presumimos que las Puertas eran análogas.

Más allá de los valores materiales y artísticos, las puertas constituyen como queda indicado un primoroso legado preñado de significados que en absoluto debemos desatender. Resulta necesario recuperar la memoria de estos pequeños baluartes históricos (aunque no existan) que en la mezquindad que han llegado hasta nosotros constituye el hilo de la Historia. Véase cómo el precario recinto del tapial del caserío hinojoseño (arracimado entorno a la iglesia), junto a los potentes puertas fortificadas en los viales principales, mucho desdicen de esa concepción abierta (imaginada por razones topográficas dominantes de la planicie pedrocheña) e idílica que dibujaba el Padre Ruiz en el s. XX: “cual bandada de blancas palomas que en el claro del bosque revolotean cuando desde lejos se divisa Hinojosa en medio de los verdes trigales y rodeada de macizos de seculares encinas”. Las grandes Portadas Renacentistas constituyen, pues, un referente histórico y artístico de no poca notoriedad.


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