Una inspección de Hacienda del siglo XVIII en la que aparece Pozoblanco

ARTURO LUNA BRICEÑO


Está visto que cuando aprietan las calores y el personal se sofoca acaba el plazo para declarar la renta, que está claro no ayuda lo más mínimo en aplacar las calorinas. Y tenemos la creencia de que esta vigilancia de los recaudadores y sus inspecciones es algo nuevo. Y no es así. Ya en el último cuarto del siglo XVIII, al Conde de Villaverde en Córdoba le abrieron un expediente sancionador muy parecido a los que hoy se hacen.

Y todo porque hizo este noble un acto que no le gustó nada a los ilustrados del Conde de Aranda. 

Inspección de Hacienda, siglo XVIII (1).


Era el Conde de Villaverde hermano del fundador de la Congregación de Ermitaños de la Sierra de Córdoba y un gran admirador de fray Diego José de Cádiz. El franciscano predicador contra todo lo que hacían los ministros ilustrados de Carlos III. Recorría España andando descalzo, con una estameña por hábito atado a la cintura con una cuerda y una cesta de mimbre en la que llevaba su comida. En Córdoba llenó la Plaza de la Corredera y las calles adyacentes para escuchar su encendido sermón para prohibir el teatro, y fue su valedor y le dio techo y lecho el Conde de Villaverde. Y ante tal ayuda al fraile errante, las autoridades cordobesas le respondieron con una inspección de hacienda. Inspección que me encontré cuando estaba fotografiando el Tomo 3º de las Haciendas de Seglares del Catastro de Ensenada de Pozoblanco. Es media cuartilla escrita por las dos caras, que dice así: 

“Memoria de las Posesiones que goza el Conde de Villaverde vinculadas: Las casas en que vive en Córdoba, Una Cochera y Graneros en el Campo Santo, Dos partes de casas en la Plazuela de la Almagra, Un Horno de Pan Cocer y otra casas en la Calle Valladares. Las Casas, Cocheras y parte de la almona de Jabón Blando a la que llaman Almona Alta. (Una almona era una fábrica de jabón). El lagar que llaman La Conejera al que vinculan de útil cada año y los vinos que saca 400 ducados, todo esto en Córdoba. 

Inspección de Hacienda, siglo XVIII (2).


En Montoro los olivares que llaman “Achones del Novillo” que tiene caserío y tres molinos, cada uno con dos vigas para moler aceitunas y aunque cuando se compró no tenía mas de 12.000 olivos, con los nuevamente puestos en distancia de más de cuarenta años, tiene hoy más de 20.000, aunque él declara siempre los que compraron.

Tiene otra hacienda en dicho término que le llama Casilla de Belasco con caserío y molino de aceite con dos vigas y con más de 12.000 olivos y él declara 8.000.

Tiene diferentes hazas de pan llevar que llegan a más de 50 fanegas de tierra en dicho término de Montoro, Tiene en Pozoblanco dos mil y quinientos ducados de un censo que lo tiene Don Bartolomé Plazuelo”

Tomo 3º Haciendas de Seglares del Catastro de Pozoblanco.


Esta cuartilla la debió de dejar olvidada un funcionario de Hacienda de Córdoba encima de la declaración de Bartolomé Plazuelo, que era el hombre más rico de Pozoblanco en 1.754. Tenía una casa en la Calle del Tinte Viejo, que era la más grande del pueblo, y en sus corrales, que estaban frontales al Ayuntamiento y las Canecerías Públicas, pero en la orilla izquierda, aguas abajo, del Arroyo de la Condes, tenía un tinte y una tenería.

El negocio de Bartolomé Plazuelo fue en tiempos las bayetas, pero el tinte ya estaba cerrado y ahora se dedicaba a trajinar con las pieles de macho cabrío. Pieles que se usaban para envolver el mercurio y atarlo en bolsas para enviarlo a América. 

Tomo 3º Haciendas de Seglares del Catastro de Pozoblanco.


Por esta cuartilla sabemos que este negocio debía de ser muy importante porque el Conde de Villaverde le tenía metido 2.500 ducados, que no aparecen en la declaración que Bartolomé Plazuelo hizo en Pozoblanco. Solo declaró que poseía la renta de la Capellanía que en la Parroquial de Pozoblanco fundara Luis Ponce de Sepúlveda que estaba dotada con 25.000 reales.

Esta inspección deja muy claro que los capitalistas cordobeses confiaban su dinero a los buenos trajinantes de Pozoblanco que negociaban con la Mina de Almadén. Unos con las pieles de machos cabríos y otros abasteciendo de leña de encina los hornos del alambique de Buitrones donde se obtenía el mercurio. Pero deja muy claro que casi todos estos movimientos se procuraban hacer bajo cuerda. Está claro que la historia se repite.

Nota: la primera edición del Diccionario de Espasa Calpe dice: “Ducado, moneda de oro que se usó antiguamente en España, cuyo valor era de 375 maravedíes, ú once reales y un maravedí de aquel tiempo”


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