Demasiado de nada

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Decía William Shakespeare que los sueños son juguetes. Y puede ser. Fueron nuestros primeros sueños. Alguien pensó, hace mucho tiempo, que si se sueña con juguetes, llenando todo de juguetes se cumplirían todos los sueños. En realidad, se mataron muchos sueños porque en realidad lo importante era el deseo.

Es difícil tener deseo en esta época en la que nos encontramos, la de la distracción. Nos entretienen en cosas vacías, sin fondo. Demasiado de nada. Imaginar cosas es desearlas. Y sin verlas. Todo ello fomenta la fantasía, la creatividad, el arte. Pero lo que hoy se lleva no es eso. Máquinas programadas con juegos adictivos donde la gente no piensa y no siente. Todo está programado. Nada al azar. Hoy los niños saben los juguetes que les van a traer los reyes. Hoy nadie inventa sorpresas. Todo es sabido.

A cada hombre y a cada mujer la vida les da unos talentos, unos sueños y unos deseos que cumplir. Con eso lucha por la vida. No es lo más importante conseguir las cosas. No está todo en lo logrado sino en lo soñado. Muchas generaciones que nos precedieron estuvieron soñando cosas que luego jamás consiguieron. Pero el deseo los mantuvo con vida. No es solo lo que sucede en la vida sino lo que deseas que suceda.

Ojalá que se pudieran regalar ‘deseos’. ¿Dónde se compran? En ningún sitio. Se elaboran en el interior de cada uno. Como decía La Oreja de Van Gogh “deseos de cosas imposibles”. Lo posible terminó con tantos sueños. El otro día alguien me decía que había que regalar sensaciones nuevas. Nos hemos cansado de todo. Quizás sea porque nuestras casas estén llenas de juguetes que no abrimos, de ropa que no nos pusimos, de ilusiones que duraron demasiado poco. Antes lo deseos duraban muchos más. Quizás porque no se cumplían o quizás porque fueron diferentes. Más sencillos. Creamos una sociedad llena de nada aunque tengamos mucho.


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