La pérdida del Ser

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Todas las personas tenemos tres pilares que son los principales para que podamos llevar una vida más o menos equilibrada.

Los mismos son, y por este orden, el mental, el Ser (que emana de nuestro interior) y el físico.

Quiero dejar claro que el Ser existe en todos, y no se trata de algo que se tiene por ser creyente y practicante de alguna de las religiones del mundo. Esto está como digo en todos los seres humanos.

El primero, el mental, es el que nos hace estar tristes o contentos, tener ilusiones o no tenerlas, alimentar proyectos de todo tipo o quedarte en la más completa inacción y un larguísimo etcétera.

El tercero, el físico, es el vehículo que nos proporciona la total autonomía de nuestras necesidades básicas de movimiento, hasta hacer incluso retos casi imposibles donde llevamos al mismo al límite una y otra vez, a veces con el cronómetro, para seguir pulverizando marcas sobre ese límite que ya creíamos eran imposibles de batir.

Igualmente cada persona se marca sus nuevos retos como una apuesta consigo misma, para ir conociéndose y al mismo tiempo descubrirse en su propia resistencia. Para llegar a esto, además de tener el vehículo físico en buenas condiciones y con repeticiones sucesivas de entrenamiento de todo tipo, se necesitará del primero para afrontarlo, ya que de lo contrario sería imposible.

Como dijo el buen comentarista y ex futbolista Jorge Valdano, el fútbol es un estado de ánimo, y esa misma frase cabe aplicarla casi a cualquier actividad de la vida.

Yo puedo poner un ejemplo de los distintos que he tenido en mis experiencias personales en lo que llevo de vida. Recuerdo perfectamente cuando practicaba el running (carreras de larga distancia) de una forma regularizada incluso intensa, que me llevó a correr medias maratones y varias veces el Maratón de Madrid. Me plantee un nuevo reto conmigo mismo en el año 2002, correr una carrera de 100 km en Madrid, a finales de junio, teniendo otro elemento en contra, el calor.

Para ver definitivamente si me inscribía o no decidí hacer una prueba 20 días antes de la misma, que consistió en correr 30 Km, y dependiendo de las sensaciones que tuviese al final lo decidiría.

Al terminar la misma mis sensaciones, y sobre todo mi mente, me respondieron con claridad que “sí” y entonces no tuve dudas.

No sólo participé ese año, también lo hice al año siguiente.




Este ejemplo que expongo es válido para cualquier otra actividad, tanto de ocio como profesional.

Para el final de este artículo dejo el del Ser, que como decía emana de nuestro interior. Es la voz de la conciencia, el que nos dice si una cosa la hemos hecho bien o mal, es el corrector y el que determina la línea a seguir. Es nuestro confesionario, al que acudimos para pedirle clarividencia ante una difícil situación, o la que nos reprocha una mala actuación aunque nuestra mente la quiera justificar.

Si miramos hacia atrás, unos 30 ó 40 años, teniendo como referencia nuestros padres, abuelos y mayores en general, podríamos decir que su nivel de Ser, estaba muy por encima del que tenemos en la actualidad.

Todo el sinsentido y latrocinio que estamos viviendo en el panorama político nacional y autonómico, las olas de violencia en medio mundo, manifestaciones de todo tipo pidiendo más y más, las acciones individuales o en grupo de todo tipo de aberraciones, violaciones, y asesinatos y otras más, están marcadas por la pérdida del Ser.

Un hombre o una mujer pueden tener un altísimo nivel intelectual, pero al mismo tiempo estar vacíos en su parte interior. Mientras que al contrario una persona que tenga un nivel intelectual mediocre, puede tener su interior muy notable.

Si miramos hacia dentro podemos encontrar respuestas a nuestros problemas y quehaceres diarios. Aquí está la fuente donde debemos beber si queremos ser mejores personas. Y, sobre todo, nos dirá si aquello que en cada momento vamos a realizar está dentro de lo ético, respetable y moral.

No pensemos que este o aquel partido político nos va a solucionar nuestros problemas porque, desgraciadamente, estamos viendo que en la clase política actual abundan las personas con poca ecuanimidad, ética y responsabilidad, que exhiben sin pudor un estado interior muy pobre. Por ello, cuando acudimos a votar, últimamente no es infrecuente que tengamos que tomar la decisión de hacerlo decidiendo entre lo malo y lo muy malo.

De cualquier forma, seguramente, todo esto solo sea un reflejo de nuestra enferma sociedad y su paulatina y progresiva degradación y pérdida de valores. Como muestra lo que podemos ver constantemente en algunos programas de televisión que reflejan el pobre nivel del Ser que tenemos, ya que si existen es porque tienen audiencia y esto se convierte en muy rentable en el tema económico.

Por tanto, no podemos ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro. Y es seguro que todos tendríamos que empezar por la reflexión del propio comportamiento y hacer un ejercicio de autocrítica.

El trabajo más difícil de toda persona es el trabajo interior, porque para mejorar un poquito primero necesitaremos estar bien despiertos y tener la suficiente humildad para ver y reconocer nuestros propios defectos, y segundo querer de verdad mejorar, o cuanto menos intentarlo.

Aunque no es lo mismo, sí podíamos decir que se acerca un poco a cuando una persona que sufre una fuerte depresión u otra circunstancia adversa de origen mental le cuenta con total sinceridad al psiquiatra todo lo que siente. De la misma manera que una persona muy creyente y practicante acude a confesarse, e incluso cuando al amigo íntimo le hacemos partícipes de algo muy privado que nos está ocurriendo.

Cada vez más centramos todo nuestro progreso y avances de todo tipo al intelecto, que es lo que en la actualidad prima, dejando no en un segundo ni siquiera en un tercer plano a lo que nos dice nuestro Ser, sino que poco a poco vamos dejándolo totalmente huérfano, llegando un momento, si seguimos así, que casi no existirá en nosotros.

Si cualquier persona, en el ámbito que sea, tanto desde el más elevado socialmente como Presidente del Gobierno, empresario desde el más humilde al más grande, trabajador por cuenta ajena etc., aplicara la nobleza, la buena fe, el sentido común, la profesionalidad y una buena carga de lo que nos dice nuestro interior, no me cabe ninguna duda de que todo en el mundo iría muchísimo mejor, llegando a fluir el entendimiento entre unos y otros y haciéndonos más fuertes para afrontar conjuntamente los importantísimos problemas que en la actualidad tenemos en la mesa.

Y esto no se trata ya tanto de un tema religioso o filosófico sino de un problema de conciencia e introspección personal y, si cabe, también global, para buscar un principio de comportamiento individual y colectivo más justo, responsable, ético y moral. Hay que buscar y recuperar esos principios y valores nobles y positivos a los que debe aspirar toda la Humanidad. Porque es una constatación que en la actualidad avanzamos poco menos que a la deriva porque estamos muy pobres de nuestro estado interior. Tenemos una urgencia prioritaria de recuperar el nivel del Ser, porque es el que nos puede llevar a crear un mundo mejor, donde todos podamos entendernos y poder convivir bajo el paraguas del respeto, la solidaridad y la unidad como seres humanos, y donde el equilibrio de los tres pilares haga que nuestro día a día sea mucho mejor.

Aunque sea repetitivo, necesitamos recuperar y mirar hacia nuestro “Ser”.


1 comentario :

  1. Impresionante y verdadero artículo con el cual estoy totalmente de acuerdo.
    Muchas gracias por hacernos ver que existen unos valores que no podemos dejar de lado, porque nuestra deriva será inapelable.

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