Cuando los niños éramos más libres

EMILIO GÓMEZ 
(Periodista-Director) 




No hace tanto tiempo la gente vivía en casas. Unas más viejas y otras más nuevas. Más amuebladas o menos. No había apenas pisos. Casi todo el mundo tenía un número de casa sin letra en una calle del pueblo. Todo ocurrió mucho antes de que llegaran los agobios de la construcción que nos dejó otros pueblos diferentes.

Si las casas eran el rincón familiar, las calles eran el sitio de recreo y ocio de los niños. Se pasaban horas y horas en las puertas de sus casas. De pequeños sabíamos quién pertenecía a este barrio o al otro. Los niños nos conocíamos en la calle y no en las redes sociales ni en juegos on-line. Te tenías que defender del más grande y aprender el lenguaje de la calle. Te despellejabas las rodillas jugando y escuchabas a los tipos grandes. De ellos aprendías. Los respetabas.

Yo vivía en la Calle Romo que era una cuesta interminable que desembocaba en el corazón que separaba el barrio de San Bartolomé y el de San Sebastián. Entre dos parroquias estábamos. Dos barrios diferentes.

Por entonces, las calles no estaban todas asfaltadas y había casas con puertas muy viejas. Algunas a medio caer y sin pintar. Veías por la calle a mayores con chaquetas viejas y a niños con pantalones rotos. Se llevaban los zurcidos, los dobladillos o meterle un poco a los bajos del pantalón.

En esas calles se guardan partidos de fútbol, batallitas, juegos de escondite, canicas, comba, trompos. Era una vida más austera que la de ahora pero muy alegre. Pasabas por los barrios y te enredabas en sus olores, te mezclabas con su gente y te quedabas con sus paisajes. Los cotidianos. Los barrios de antes eran unos lugares donde poder contar historias. Porque antes las historias se contaban en la calle y no en las redes. No había grupos de Whatsapp. Los niños de entonces éramos más libres y más autosuficientes.

Hay cosas que solo se viven y se aprenden en la infancia. Tienen domicilio para siempre. Cambias de calle, de casa y de barrio pero siempre sabes que regresas a esos días cuando todo comenzó. Me gusta volver allí. Todo ha cambiado pero las cosas que entran dentro, quedan para siempre.


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