El castillo de Almogávar

JUAN BAUTISTA CARPIO DUEÑAS
(Director del Museo PRASA Torrecampo)

Habitualmente tendemos a pensar que en Los Pedroches no contamos con yacimientos arqueológicos de interés. Tenemos la idea de que vivimos en una zona cuyo Patrimonio Arqueológico es incomparable con respecto al de áreas de gran riqueza como pueden ser, dentro de nuestra misma provincia, la Campiña o las Sierras Subbéticas. Sin embargo, lo que ocurre en realidad no es que no existan yacimientos, sino que lo que faltan son estudios.

Es lo que ocurre con el caso que nos ocupa hoy, el castillo de Almogávar. Este yacimiento arqueológico, situado en una finca privada del término de Torrecampo en dirección a Conquista, impresiona primero por su posición estratégica. Una vez que se sube al cerro en el que está situado (Mogábar, con 705 m. de altitud) vuelve a impresionarnos, ahora por su gran extensión. No se conservan grandes estructuras a la vista, aunque aún emergen líneas de muros que nos permiten obtener una idea aproximada de cómo sería el antiguo castillo y el núcleo de población a él ligado.

El castillo de Almogávar ocupaba la cima de un amplio cerro alargado de unos 700 m. de longitud máxima. Dentro del amplio recinto amurallado que ocuparía este espacio se conserva la cimentación de muros que muestra la existencia de un tramado urbano complejo. En su extremo más elevado se aprecian restos de estructuras murarías de gran porte, que formarían el principal recinto defensivo. Al sur de este gran recinto amurallado se situaría un extenso arrabal o barrio extramuros, no sabemos si dotado o no de algún tipo de muralla o barrera defensiva. En esta zona, más arrasada por encontrase en pendiente, se observa la presencia de materiales de derrumbe y cerámicas comunes, tanto constructivas (fundamentalmente tejas) como de almacenamiento.


Junto a los restos de estructuras, muy arrasadas, un simple paseo por el lugar nos permite ver una gran cantidad de fragmentos cerámicos que nos ayudan a precisar cuál fue el momento de mayor ocupación del recinto. En efecto, junto a numerosos fragmentos de teja curva, de grandes recipientes y de cerámica común, que aconsejan un estudio más detallado, dispersos por la parte ocupada por el antiguo castillo encontramos restos de cerámicas que podemos fechar entre los siglos X y XII. Durante mi última visita, hace escasos días, pudimos diferenciar cerámicas vidriadas, tanto con vedrío melado claro como con los típicos trazos negros realizados en manganeso. Aparecen igualmente fragmentos de cerámica “verde y manganeso”, la que durante mucho tiempo se ha considerado típica de Medina Azahara, y algún fragmento de cerámica oscura con decoración pintada en trazos blancos, también característica de época califal.

Desde el cerro se domina perfectamente la mayor parte de Los Pedroches, lo que nos indica que una de las funciones esenciales de este enclave defensivo sería el control del territorio, y especialmente de los caminos que, a través de nuestra comarca, comunicaban la Meseta con el Valle del Guadalquivir. Por sus inmediaciones, de hecho, pasaría la más importante de las vías que unían Córdoba con Toledo en el siglo X, el llamado “camino del Armillat”, que subiría desde Córdoba por el actual pantano del Guadalmellato para pasar por las inmediaciones de Villanueva de Córdoba y el castillo de Almogávar buscando el paso hacia el norte por el Puerto Mochuelos. Pero además, su situación geográfica le permite controlar igualmente las vías que cruzan la comarca en sentido Este – Oeste, herederas de la antigua vía romana que unía Épora (Montoro) con Solia (El Guijo) y la Sierra de Santa Eufemia. Una ruta que sería, en sentido inverso, la utilizada por Alfonso VII en 1155, en una expedición que mencionaremos a continuación.

Aunque un análisis somero de los restos nos fija el tiempo de ocupación de este yacimiento entre los siglos X y XII, sin duda alguna un estudio completo nos permitiría ampliar esta cronología. La existencia de pequeños asentamientos de época visigoda en el entorno inmediato ya nos lleva a ampliar las fechas de ocupación. Y la posición estratégica que ocupa nos permite formular la hipótesis de que habría estado poblado desde mucho tiempo atrás.

Según la I Crónica General de España, Alfonso VII tomó en el año 1155 Santa Eufemia, Pedroche, Murgával (Almogávar) y Montoro. A partir de este momento, nuestro enclave se va a convertir en una avanzadilla de la frontera sur castellana. Pocos años después (1189) se mencionaría en la delimitación de las tierras cuyo control ha encomendado el rey a la Orden Militar de Calatrava, que pasaría por el arroyo del Pinar, Almogávar, Guadamora, Cabeza de Almadenejos y Villar de Santa María, situado posiblemente en el entorno de la ermita de la Virgen de las Cruces, en El Guijo.

Sin embargo, todo parece indicar que en el siglo XII la antigua fortaleza ya no es lo que era. La inestabilidad fronteriza hace tiempo que ha provocado la pérdida del antiguo camino del Armillat. Y la llanura de Los Pedroches se ha convertido en un extenso despoblado fronterizo. La subsistencia del castillo únicamente se explica por haberse convertido en un hito territorial defendido por la Orden de Calatrava desde 1189. Tras la conquista de Córdoba, los Calatravos intentarán conseguir consolidar su dominio sobre Almogávar, convertido ahora en límite entre tierras de la Orden Militar (al norte) y tierras del concejo de Córdoba (al sur). Sin embargo, y a pesar de obtener en el año 1255 una confirmación de estos antiguos límites de términos, la presencia calatrava en la comarca se va a difuminar rápidamente. Y con ella, el recuerdo de un importante castillo, Almogávar, que quedará muy pronto abandonado y ruinoso.

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