Otoño

ANTONIO A. MORENO 
(TREMP) 

Aunque a menudo duele reconocerlo, el otoño es una estación que llama al orden. La expansión, la libertad que caracteriza el verano toca su fin y es hora de concentrar energías para encarar la incierta y compleja travesía del invierno.

El período de vacaciones quizá fue fecundo en planes y proyectos pero ahora es el momento de ponerlos a prueba e intentar materializados. Cada uno de aquellos frutos encierra una semilla que debe germinar en tierra. Muchas de ellas probablemente se perderán como hojas de los árboles, pero otras podrán salir adelante.

El otoño demanda un cambio de ritmo para seguir viviendo en armonía con el entorno. Es importante pues ponerse en marcha desterrando la pereza organizándose y trabajando duro, de manera que ese esfuerzo se vea recompensado con salud y buen ánimo durante los próximos meses.

La estación otoñal supone volver la mirada hacia dentro para reencontrarse con uno mismo pero sin dejar de lado las actividades, nuevas o viejas, que nos motivan a trabajar con empeño y que nos hacen crecer buenamente.

Así, la reflexión interior que merece cualquier cambio es el primer paso para asentar las bases del bienestar personal. Reconocer cuáles son nuestras prioridades y establecer cierto orden interior puede allanar el camino hacia la conservación de nuestros propósitos.

Este orden contribuye además a hacer un uso más racional del tiempo, lo que permite mejorar el rendimiento y disfrutar de momentos de ocio y descanso muy necesarios para dosificar las energías a lo largo de los próximos meses.

Si se tienen en cuenta las exigencias de esta estación, no sólo es posible superada sin un bajón físico y emocional, sino que puede salirse con una salud fortalecida y ofrecer una cálida bienvenida a los días más fríos del invierno.


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