Editorial nº 83

Página 2 del Semanario La Comarca nº 83 (sábado 1 de octubre de 2016).

Decía Juan Cruz que leer es como pensar todo el tiempo. Y es verdad. En cada libro o en cada periódico te encuentras una historia  que imaginas y que proyectas sobre ti mismo.
Oír, escuchar y leer, y además, el LENGUAJE de la conversación es fundamental para desarrollarse. ¡Cómo si no! Los mensajes prefabricados de las redes sociales son menos sinceros que una conversación.

Mucho se está hablando de las tareas escolares. ¡Cuántas! Deberes por aquí, deberes por allí. Entre ellas apenas cuenta la lectura diaria. Si no leemos historias, no podremos contarlas, compartirlas y disfrutarlas.

Y es que cada día es una historia que se vive pero que no se cuenta. Leer historias para contar las tuyas. Una actividad que no se lleva. Los libros de texto son demasiado complicados. Cada vez cuentan menos y son más encorsetados. Cuesta más estudiar porque lo que se estudia cada vez gusta menos. Esa es otra de las claves del fracaso mayúsculo de la educación actual.

La educación no pasa por los mejores momentos. Más abandono escolar que nunca. Terrible bajada en el nivel. Y otra cosa muy importante: una pérdida de valores tremenda. Los valores son sencillos de explicar. Más difíciles de aplicar. Se enseñan en la casa, en la escuela, en la calle. En todos lados. Y por supuesto, están en la lectura.

Es curioso como los chavales de ahora tienen miles de actividades extraescolares, pero la pregunta es clara: ¿dónde está el fomento de la lectura? Con tanta actividad, ¿pueden pensar? Estamos volviéndonos locos en dar a los niños de todo y no le estamos dando lo más importante que es que se desarrollen ellos mismos, que tengan su tiempo para escoger lo que quieran hacer. Estamos viviendo la vida de nuestros hijos. Por eso cuando llegan a la adolescencia escapan. Sin embargo no le damos lo sencillo, que es lo que queda.

Luego está la manera de divertirse. Hemos pasado una feria con mucha gente. Lo que pasa es que el sentido de la feria se ha transformado. Antes había circos, atracciones donde el abuelo llevaba el nieto. Antes se vivía la feria subiendo a ella caminando. Había casetas con sevillanas. Se saboreaba la feria de otra manera. La feria no  es ir de caseta a caseta de cubata en cubata, de botellón en botellón. La feria debe recuperar más tradiciones. Cambiar a lo que se hace el resto del año. Ese es un triunfo también. Ese sentido lúdico-festivo. Lo que menos tienen ahora las ferias son el sentido educativo. Es la cultura del consumo sin más. Hay que agradecer a los que montan en feria porque  la feria no existiría si ellos no estuvieran. Y ahí que progresar intentado cosas de siempre adecuadas a los nuevos tiempos.

 Esta feria se ha apostado por grupos de los años 80 y 90. Estamos en el 2016. ¿Cómo es posible que todavía nuestros gustos estén aun en esos tiempos?  Porque no se crea. Crear es difícil. Requiere tiempo. Escribir un editorial como éste también y entraña sus peligros de que a alguien no le guste o se ofenda. Pero en la vida hay que tomar decisiones. Y no pasan por lo sencillo.


Decía Juan Cruz que leer es como pensar todo el tiempo. Es verdad. Hoy no pensamos. Salimos a la calle y nos dan las opciones. Opciones que son las mismas: consumo. Hacen falta creadores de ideas, creadores de sueños, creadores que rescaten cosas que nos hicieron felices. Nadie crea. Todo está enlatado. La comida, la bebida. Pero la creación no. No sé cómo no se valora eso. Todo el mundo hace lo mismo. Las actividades extraescolares y cotidianas son iguales para todo el mundo.  Todos los niños leen todos en el mismo libro. Estamos haciendo niños iguales que no leen nada más que el libro de clase. Estamos haciendo niños iguales que ven como sus padres compran en la superficie donde todo el mundo va a comprar. Compran las mismas cosas, visten la misma ropa. No leen cosas diferentes porque no leen libros. Por eso no piensan en otras cosas. 


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