El síndrome de Peter Pan

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


El esfuerzo. Esa es la base de todo. La cultura del esfuerzo. Para valorar lo que se tiene, uno tiene que ganarse las cosas por sí mismo. El problema es cuando las cosas se regalan y se dan sin más. Durante muchos años tuvimos una sociedad que sobrevivía en unas circunstancias difíciles. Gente que con 14 años, o incluso menos, ya había madurado porque la vida le ponía a prueba a base de golpe y de trabajo duro. Nadie les regaló todo como ahora y lo que le dieron, lo agradecieron. Algo que no se hace ahora.

Ahora tenemos una sociedad donde unos van por un lado y otros por otro muy diferente. Gente que quiere crecer y otra que quiere quedarse en la adolescencia permanente.

Es que estemos en una época donde hay mucho Síndrome de Peter Pan. ¿Y qué es el Síndrome de Peter Pan? Es el hombre o mujer que se resiste a crecer. Inmaduros que no quieren ser adultos. Y es que si todos viviéramos en esa época adolescente de salir viernes y sábado por la noche o de comprar cosas pensando solo en nosotros mismos, no daríamos paso a los que vienen detrás.

La adolescencia es una época de nuestra vida. Es pasajera, el trampolín a la madurez, a ser una persona adulta. Cada etapa de la vida tiene sus alegrías, complicaciones y retos. No obstante, hay gente que no logra salir de la adolescencia. Gente que no consigue crecer. Adolescentes eternos. No asumir la edad que  uno tiene y las responsabilidades que esto implica, es preocupante. Es más sencillo vivir en casa de los padres y no pagar impuestos y servicios. En España cada vez quedan menos para pagar impuestos y sueldos.

Es inconcebible como el conformismo, producido por la comodidad de tener todo al alcance de  la mano sin que te cueste un poco de trabajo, puede llegar a frenar y cortar  la motivación de una persona para crecer y salir adelante. En ninguna época hemos visto a tantos ‘hijos mantenidos’ como ahora. Es cierto que la crisis ha sido una de las causas de esta situación. Pero también en muchos casos esto se ha producido por una falta de valentía a la hora de asumir responsabilidades. El problema puede haber estado en la sobreprotección que estamos generando cada día. Madres que hacen los deberes con sus hijos como si se fueran a examinar ellas. Padres que no levantan a sus hijos para que les echen una mano en su trabajo. Una defensa a ultranza de nuestros hijos ante el profesor y la sociedad en general,  sin pensar en el grado de culpa que el menor tenga en los conflictos que suceden.


¿Y el esfuerzo? ¿Y las responsabilidades? ¿Y el ganarse la vida por uno mismo? Eran valores que se aprendían en el tajo. Uno quería juntar lo suficiente para volar e iniciar su nueva vida. Esos mismos padres que se lo ganaron todo a base de esfuerzo y valentía son los mismos que lo dan todo por sus hijos. El otro día me decía un padre con mucha pena que pensaba que muchos padres son los culpables de que los chicos no maduren ni miren por su futuro. Y se metía él dentro de ese grupo. No se cansaba de decir que con eso se les hace  más  daño que beneficio. Los padres deberían saber que son sustento solo temporal. En esta vida cada uno se tiene que ganar la vida por sí mismo. Venimos solos al mundo y nos vamos solos. El trayecto lo tenemos que hacer nosotros por mucho que nos quieran. 


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