El lánguido y sentido toque de la trompeta de los Sayones de Pozoblanco

ARTURO LUNA BRICEÑO


Una tradición que nos llegó transmitida de padres a hijos y que se remonta al siglo XVI.
Uno de los recuerdos que desde mi niñez me evoca el Viernes Santo es el lánguido y triste toque de la trompeta de los Sayones rompiendo la noche. Llamando a reunión a la Hermandad, hoy Cofradía, a la Ermita de Jesús Nazareno.



La Semana Santa antigua prohibía el toque de campanas, fuera la que fuera. Desde el más humilde campanillo a la más rumbosa campana romana. Ningún toque de bronce podría sonar rompiendo el luto que la Iglesia Católica guardaba desde el final de los Oficios del Jueves Santo hasta encender el Cirio Pascual en el Sábado de Gloria. Por eso los muñidores, que así llaman en las Cofradías y Hermandades a los avisadores de los hermanos y que le viene el nombre porque lo hacían tocando una campana que ellos llevaban asida a un muñón de madera.

Juan Herrero, famoso muñidor de los Sayones.


Pero el muñidor de los Sayones de Pozoblanco, era fiel guardador del luto católico y en vez de asir campana soplaba, y sopla, corneta. Corneta que no es clarín de órdenes, ni tan siquiera de las que transmite en su sonido un mensaje imperativo o una exigencia marcial. Es trompeta que imita el llanto del pueblo cristiano ante la muerte de Jesús. Más que un toque es un lamento arrastrado que rasga la noche. En su aviso quiere decirle al hermano sayón que parta, con sufrimiento, sentimiento y pesar a cumplir son su deber de prender a Jesús Nazareno, llevarlo ante Pilatos y conducirlo al Monte Calvario para darle muerte con toda ignominia. Por eso los que querían ser Sayones en Pozoblanco debían de tener amor a Cristo y demostrar que eran cristianos viejos descendientes de cristianos ranciosos.



La noticia más antigua que conocemos de este muñidor en la Semana Santa de Pozoblanco nos la ofrece el Libro Recopilatorio de la que fuera Santa Cofradía de Jesús Nazareno, que al adoptar hacia 1630 en amparo de la Santa Inquisición, perdió lo de Santa y se motejo con lo de Estatuto de Limpieza.

En su 8ª Constitución. Disposición que se ha de observar y hacer para la procesión del Viernes Santo. Leemos:

“El Viernes Santo a las dos de la mañana saldrá el hermano de esta cofradía y de la hermandad de los Sayones tocando la trompeta por el lugar para que acudan los hermanos de la Cofradía a la Ermita de Jesús Nazareno”.



Cosa que siguen haciendo los Sayones desde el siglo XVI. Ahora la tocan para ellos y sus penitentes, porque los de la Cofradía de Jesús Nazareno con estatuto de Limpieza, se dieron de baja en 1820. Ahora dicen que han vuelto, pero salen el Martes Santo y no tienen Sayón que les avise con la trompeta. Son cosas que ocurren cuando la cadena de la tradición se rompe. Que por mucho que se quiera reparar, no tiene arreglo.

Estos estatutos son los mismos que se hicieron en 1605 y se reformaron en 1690 para añadirles los artículos que la Inquisición les exigía para darle el Estatuto de Limpieza de manera definitiva.

La trompeta que tocaban entonces la regaló Miguel Muñoz Cobo hacia 1680 y fue la que se llevaron las tropas francesas cuando saquearon Pozoblanco.

Juan Herrero, trompetero de los sayones durante más de cincuenta años. 


A pesar de lo que se dice en el Libro del ¿Cuarto? Centenario de la Hermandad de Jesús Nazareno que se fundó en 1954, la hermandad de los Sayones ya existía 44 años antes de lo afirmado en dicho libro conmemorativo.

En el Libro Recopilatorio de Pellejo no se informa de que esta Hermandad de los Sayones, que la formaban cuarenta hermanos, fuera fundada después de 1605. Lo que viene a darnos a entender que vinieron de Santa Catalina con la imagen a la que daban custodia en la Vera Cruz. 




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