El día que se pretendió crear la octava villa de Los Pedroches

ARTURO LUNA BRICEÑO


Entre las Leyendas más antiguas de las Islas Canarias está la de la Isla errante de San Borondón. Una isla que aparece y desaparece en las cercanías de la Isla de la Palma y otras veces próxima a la Isla del Hierro. Su nombre se debe a un fraile irlandés que hace muchos siglos arribó a las Islas Canarias. Hay testimonios desde el siglo XIV hasta la actualidad de gentes que aseguran haberla divisado e incluso otros que afirman haber desembarcado y estado en ella. Se hicieron expediciones en su búsqueda, la última en el siglo XVIII, pero la Isla Errante de San Borondón sigue apareciendo por las aguas cercanas a La Palma y al Hierro, y en eso están.

En los Pedroches, más exactamente en Pozoblanco, hay otra leyenda muy similar a la de la Isla Errante: La Villa de Santo Fermín o el Pueblo de San Fermin.

Todo empezó cuando el Conde de Floridablanca, siendo Presidente de la Real Academia de la Historia, decide editar la obra completa de Juan Ginés de Sepúlveda a finales del siglo XVIII. Para tener los datos biográficos del Cronista le pide al Colegio de San Clemente de Bolonia que le envíe copia de todos los documentos que de nuestro paisano tenían.



El Colegio le encarga a dos colegiales que transcriban todos los documentos y los envían a España. Lo que más trabajo le dio a los amanuenses fueron las Actas de Limpieza de Sangre hechas en Pozoblanco en 1511 y en 1516, siendo más difíciles de leer las segundas que las primeras.

En el acta hecha en noviembre de 1516 en Pozoblanco, se presentan nuevos testigos y en último lugar lo hace Martin Fernández Calero que a la tercera pregunta dijo: “Conocer a Juan Fernández de Sepúlveda que fue allende y escribano de esta villa y que vino a vivir aquí de la Villa de Santo Fermín a tres leguas de distancia”.

Estos datos comenzó a utilizarlos Ramírez Arellano en el siglo XIX, en las biografías de escritores cordobeses que escribió. Y de él lo tomaron todos los historiadores locales que escribieron sobre la biografía del Cronista. Y así empezó la búsqueda de la Octava Villa de los Pedroches. La Villa errante y perdida.



Algunos lograron encontrarla y todavía la citan en sus trabajos. Santo Fermín estaba en El Ejido de los Lomos. Otros la sitúan entre el Cerro Castillo y el Charco el Chaparro y hasta Pérez Beneyto, autor de; “Juan Ginés de Sepúlveda: Escritor y soldado” que fue el que aseguró que Pedrique era la Huerta del Gallo, también habla de Santo Fermín pero no la ubica.

Han sido muchas horas, muchos restos de ruinas revisadas y muchas hipótesis las que se han hecho en busca del pueblo errante de Santo Fermín. Que gracias a Ramírez de las Casas-Deza dejó de ser el pueblo de donde vino el abuelo de Juan Ginés de Sepúlveda a ser el pueblo de Ginés Sánchez, el padre de Juan Ginés.

Cuando traje de Bolonia copia de los originales de las actas de limpieza de Juan Ginés de Sepúlveda, me puse a cotejarlas con la transcripción que hicieron los dos colegiales de Bolonia, y encontré el lugar exacto en que se encontraba la Villa errante de Santo Fermín.



Cuando declara Martin Calero, lo que dice es que Juan Fernández de Sepúlveda, el abuelo de Juan Ginés, fue alcalde y escribano público de esta Villa y que vino a Pozoblanco desde Santo Fimia, que era como se le conocía entonces a la Villa de Santa Eufemia.

Son muchos los errores históricos, dados por buenos, que se han cometido por una mala transcripción de los documentos. Hoy la digitalización facilita una mejor lectura y permite ampliar el texto para mejor comparar la forma de escribir del autor del documento a investigar.

Así se creó una de las Villas que más incógnitas ha generado en nuestra tierra y que desaparece con la misma levedad con la que apareció. 


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