Epíteto 1: Acabando el principio

PAULA RANCHAL GARCÍA
(Estudiante 4º ESO) 


Esta es la historia del mundo y la vida, o de la vida y el mundo. Hechos el uno para el otro. Ella, con su afán tremendo de protagonismo y él, dándole constantes vueltas a cómo mejorarse a sí mismo. Tienen una relación complicada. Hay días en los que acarician suavemente la piel de un bebé, y hay otros, en los que se destruyen entre ellos. Les encanta ir de la mano pero a veces también quieren soltarse, sobre todo, ella. Llevan juntos mucho tiempo, y ella quiere salir a descubrir lo que aún no ha visto. Él en parte es muy pacífico, aunque ella a veces sea esa parte la que más destruya inconscientemente, pero él la ama a pesar de todo. Hasta ahora, ninguno puede vivir sin el otro.

Sin él no existiría cada uno de los paisajes que divisamos al despertar, ni nuestro habitual café por las mañanas, ni todos esos lugares en los que nos gustaría estar que ella adornó, ni cada uno de esos bocados de pizza recién hecha, ni el primer trago de cerveza, ni cada puente, ni cada castillo, ni el mar, ni cada trago de agua venido de lágrimas algún día derramadas por los amigos del sol, ni siquiera su luz, ni el azul del cielo, ni su rosa en la tormenta, ni muchos otros.

Sin ella careceríamos de sueños, de ganas de salir e investigar qué sigue escondiendo él y de qué está hecho, del amor que queremos regalar constantemente, de esta mente que nos engaña con absurdos miedos, de reír mucho ante los chistes de tu mejor amigo y de llorar cuándo la situación lo pide a gritos. Careceríamos de intriga, de pasión, de resentimiento y furia, de cualquier ser vivo que acompañe a él y de muchos otros.

A veces discutían. Discutían sobre quién de los dos tenía derecho a elegir y quién no, sobre a quién le tocaba esta vez. La vida es demasiado avariciosa como para dejarse perder por quién día a día le da todo de sí. Valorarlo no es fácil cuando empiezas a creer que puedes ser autosuficiente, aunque realmente nunca se pueda del todo. Él intenta callarse, parece inocente pero no lo es. Cuando está con ella suele olvidar las horribles cosas que llegó a hacerle, pero ella no sabe que él en su interior lo tiene todo en cuenta, y de un momento a otro, le devuelve el golpe, y la vida sufre unas, muy terribles, consecuencias.

Ella siente que es muy difícil sentirse ligado a alguien por obligación, tener una dependencia instintiva hacia quien no eres tú mismo. Él, en cambio, opina que su relación es perfecta tal y como está, como siempre lo ha sido, los más y menos de ella no le parecen tan negativos como ella los ve. No entiende la importancia de los cambios, ni de la evolución aunque la haya vivido desde un primer plano.

Se ven tan cerca y tan diferentes, que convierten todo ese amor que aún no se han dado, en una impotencia extraña que corrompe sus sentimientos constantemente, y no saben muy bien qué hacer. Quieren conseguir que el otro les entienda, pero cierran su mente ante nuevas ideas. Quizá ella sea más liberal, mentalmente hablando, pero él es mucho más seguro de sí mismo por seguir unas normas fijas. Piensa que los cambios podrían traer más problemas.

Nuestra realidad es como su relación. Existen mentes abiertas al cambio, a la evolución incesante de todo y al ‘romper los esquemas’ sin parar. Otras, se quedan en lo simple y rutinario, en lo que lleva ocurriendo desde ‘siempre’, ¿por qué cambiarlo si un día funcionó, verdad?

Creo que todos somos testigos de que las circunstancias están cambiando, por lo que las causas también estarán haciéndolo. Debemos mostrarnos firmes y entusiasmados, nunca debemos tener miedo a lo que está por venir, ni por ello discriminarlo. Yo estaba segura de que todos sabíamos diferenciar entre el bien y el mal. Demostrémosles al mundo y a la vida que así es, ya que somos sus piezas del juego.


No hay comentarios :

Publicar un comentario