'Izquierda', 'derecha', 'centro', 'independiente'

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Nací en 1962 en una familia de clase media normal, como el 70% de la población de antes. Mi infancia transcurrió bajo el mando del dictador Francisco Franco.

Yo no me daba cuenta de nada a nivel político por la propia edad y porque, como la mayoría de mis compañeros de generación, nos juntábamos todos a través de un balón jugando al fútbol y sin ninguna separación por ideología ni clase social; era la bendita “droga” de jugar al deporte rey en cualquier calle, cerca o corralón.

Con 15 años empecé a trabajar, y yo sin saberlo, utilizando las etiquetas políticas al uso, debería ser ya de “izquierdas”, porque estuve más de 5 años, hasta que me fui al servicio militar, trabajando sin que me dieran de alta en la Seguridad Social y sin nómina, tan solo recibía una pequeña gratificación.

Como digo, sin saberlo, yo era de “izquierdas” porque, según parece, en las llamadas “izquierdas” se sitúa o debe situarse toda “la masa obrera explotada por el capital”. Lástima que no viniera ningún sindicalista a ayudarme ni tan siquiera a explicarme que mis derechos se los pasaban por el forro de mi vieja cazadora.

A los pocos meses de terminar mis deberes con la patria entré en una empresa en la que llevo 34 años. Al poco tiempo de entrar yo era de “centro”, tampoco lo supe, porque aunque era un empleado por cuenta ajena, desempeñaba trabajo de encargado en varias ramas.

Pasaron unos años y mis inquietudes comerciales me llevaron a darme de alta como autónomo, un modesto y minúsculo empresario, y he aquí que otra vez sin saberlo, supuestamente, debería pasar ahora a las llamadas “derechas”, según las divisiones y etiquetas simplistas que se establecen. Con esto de las “izquierdas” y las “derechas” ni el baile de la yenka hubiera dado para tanto. Durante los últimos 20 años vengo cotizando en el Régimen General y en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) y he sido independiente. Y por ir a la moda apuesto últimamente por una “República Independiente de Los Pedroches” (¡toma ya!), con su parlamento nacional y todo, eso sí, sin que quieran sacarnos de la Unión Europea, no vayan a quitarnos las subvenciones.

Ahora mismo, a mis 55 años y con lo que llevo ya vivido, me paro a pensar y creo que tiendo ya a un cansancio generalizado, que sin saberlo me lleva a ser apolítico, o mejor dicho, a acercarme a la política pero sin los prejuicios ni el lamentable sectarismo y aborregamiento que observo habita en algunas mentes, que están ideologizadas hasta la náusea, y que aplican automática y permanentemente la ley del embudo, esto es, coger siempre y para todo el lado ancho para los que me son afines y simpáticos y coger siempre y para todo el lado estrecho para los que me son contrarios y antipáticos.

Yo soy el editor del periódico “La Comarca”, y quien me conoce bien sabe que soy un amante de los medios de comunicación desde muy niño, pues ya con 12 años grababa mis crónicas del C.D. Pozoblanco en mi cabeza para cuando llegaba a mi casa plasmarlo en una libreta. Aprendía del periodismo deportivo del AS, pues con dicha edad lo compraba en el bar Cabello, en la calle Real.

Además tengo la gran ventaja de que no sólo no vivo de este medio, sino que todos los años tengo que poner algún dinero para cuadrar el déficit, y lo hago gustoso, porque “La Comarca” es como mi segundo hijo, al que prefiero mantener antes que disfrutar todos los años por ejemplo de un buen crucero, con el agradecimiento hacia mi esposa Isabel que me apoya y ayuda en esta idea.

Mi línea editorial por tanto es la pluralidad y la libertad del que escribe bien, sea en los artículos de opinión como en las noticias plasmadas por mi equipo de redacción.

Veo que hay gente muy ventajista y sectaria que divide y separa a los seres humanos en bloques políticos, que tiene doble vara de medir y aplica constantemente la ley del embudo, y si, por ejemplo, un sábado sacamos en primera línea la visita del obispo o al mundo cofrade, nos tilda sin ningún pudor inmediatamente de “fachas o de extrema derecha”. Pero, curiosamente, cuando hay artículos con pleno mensaje de supuesta “izquierda”, o noticias relacionadas con la misma ideología, aquí, hipócritamente, esa misma gente se calla. Y en el sentido inverso se puede decir lo mismo. A mí prácticamente casi me alegra más que nos critiquen, porque eso quiere decir que nos leen, y cada vez más, siendo nuestra tirada de 2500 ejemplares/semana y tiene un impacto medio mensual de 38.000 lectores.

Con toda mi modestia y respeto a todos los partidos y políticos, creo que en la actualidad todo está disfrazado para conseguir el verdadero “sentimiento”, que es el económico. Ese es el verdadero fin, los medios son lo secundario.

Mi director Emilio Gómez y yo tenemos la misma línea editorial: La libertad, la pluralidad y el derecho de réplica del que se sienta agraviado o no esté de acuerdo con algo que se publique en nuestro periódico, que es el de todos los pedrocheños.

Termino con la invitación a todos para que dentro de los límites que, lógicamente, establece el Código Penal y el mínimo ineludible e innegociable que fijan el decoro y el respeto, se atrevan, sin temor a los efectos de la tiranía de lo hoy políticamente correcto, a expresar en este periódico su punto de vista o su disconformidad con el tema que crean oportuno, bien como artículo de opinión o como carta al director. Aquí caben todas las voces porque creemos en la libertad de expresión de todo el mundo.

Sin nada más me despido dándole muchísimas gracias a todos los que nos leen semanalmente. 


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