La jauría humana

JUAN PEDRO DUEÑAS SANTOFIMIA


Hoy quiero dar voz a aquellas personas silenciosas porque no se les ofrece la oportunidad ni tan siquiera de expresar su pesar, que a buen seguro lo están sufriendo. Pienso en los padres de esos energúmenos que se hacen llamar “la manada”.

Si le preguntásemos a cualquiera de los padres o madres de esos jóvenes, a buen seguro que todos responderían que son buenos chicos, buenos hijos, pero que hoy la poca cabeza de algunos jóvenes insensatos les lleva a realizar actos de los que no tienen conciencia de la responsabilidad que implica y el daño que causan, pero que son buenos hijos. Que ha sido esta sociedad la que les ha arrancado del seno de la familia impotente para educarlos. Es probable que tengan bastante razón en los motivos que argumentan, pero tambien su parte de responsabilidad en la educación que se les haya dado.

Tal como presentan los hechos los medios de comunicación y las redes sociales, uno no puede menos que observar la falta de rigor informativo en los primeros y el rencor en los demás.

Existe un antiguo aforismo que dice: “odia el delito y compadece al delincuente”.

No odiamos el delito, sino al supuesto delincuente al que no solo no comapadecemos sino que de antemano lo condenamos a la hoguera.

No hay que olvidar ni mucho menos a las victimas que, en principio y salvo que se demuestre lo contrario, son las que soportan la injusticia, pero tampoco hay que provocar a la jauria humana.

Nuestra convicción de sociedad avanzada nos autoriza a verter opiniones que poco se corresponde con esa convicción.En una sociedad moderna en un supuesto Estado de Derecho, hemos de dejar que sean los tribunales con mayor o menor acierto y en plena libertad con garantía para todo los ciudadanos implicados en el proceso, la que se pronuncie tras la celebración del juicio. Esas son las reglas del juego que otros energúmenos de menor entidad intentan alterar con sus manifestaciones y concentraciones presionando ante la puerta de los tribunal, en los medios de información y a través de las redes sociales.

Solo se me ocurre la parábola de Jesús “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

Ante el acolaramiento del personal estoy seguro de que esta mi opinión no será entendida, no por falta de claridad sino de serenidad para hacer un acto de contridición y reflexión. Yo, a mi pesar he hecho la mía, y puedo asegurar que la sentencia será condenatoria para “la manada” ya los espectadores de este “irco romano” han bajado el pulgar y probablemente tengan razón, pero lo ideal sería que esta supuesta razón no ejerciera inflluencia alguna en los miembros del tribunal.

Desgraciadamente, la opinión pública siempre ha ejercicio una presión considerable en la actuación de la justicia, es comprensible que las togas, a su pesar, no consiguen ocultar la condición humana de quienes las usan.

Esta sociedad no es ni mas ni menos que un fiel reflejo de la actuación individual de quienes la componemos debiendo hacernos responsables cada cual de la parte de cuota que aportamos al conjunto y que pretendemos ocultar en un alarde sin límites de hipocresía y cobardía.


No hay comentarios :

Publicar un comentario