Lo que el tiempo nos dejó

ARTURO LUNA BRICEÑO


En Pozoblanco tenemos muy pocos testigos de lo que el tiempo nos dejó. Del siglo XVI, cuando el pueblo dejaba atrás su infancia y se acercaba a su más brillante juventud, solo nos quedan dos presentes artísticos, y los dos ligados a Juan Ginés de Sepúlveda, Y no puede ser menos, porque el siglo XVI, Pozoblanco lo inició con algo más de doscientos vecinos y los finalizó con mil. El responsable de este progreso fue el Cronista de Carlos V y Felipe II, el Doctor Don Juan de Sepúlveda que no dudó dejar el boato y la influencia de la Corte para vivir en su pueblo perdido, lo abandonó cuando tenía seis años y lo recuperó cincuenta años después animado por su gran amigo el Vicario Pero Franco, tío del otro gran humanista del siglo XVI que dio este pueblo: Juan Fernández Franco.



La tumba de Juan Ginés de Sepúlveda fue encargada por él mismo y sobre ella le dirige a su sobrino Pedro de Sepúlveda la carta nº 89 de su epistolario y le dice así: “Te escribí hace algún tiempo encargándote la impresión, en la lápida de mármol destinada a mi tumba, del epitafio por mí compuesto y que a continuación te transcribo:



D. X. S.

Genesius Sepúlveds, qui se ita gerere etudebat, ut ipsius moris probis plisque viris, el doctrina, acrptique, de Theología, et Philosophía, historiarunque libri doctis et sequis probarentur-

S.V.F- Vixit An…

(Aquí yace Juan Ginés de Sepúlveda, que procuró comportarse de tal manera que sus costumbres mereciesen la aprobación de los probos y piadosos varones, y su doctrina y libros escritos sobre Teología, Filosofía e Historia mereciesen asimismo la aprobación de los varones doctos y ecuánimes. – Lo hizo en vida- Vivió años…¨-



Me contestas diciendo que la lápida está ya lista: solamente tanto tú como los amigos que han leído la inscripción tenéis sobre ésta cierta dificultad, a saber: desconocéis el significado de las tres últimas letras separadas entre si por puntos: S.V.F. el cual me pides te explique.

Se ve que no estáis impuestos en “instituciones romanas”, En efecto, los antiguos romanos, cuyo ejemplo he seguido, solían poner a veces en los epitafios en lugar de las palabras completas, las primeras letras de estos; esto en aras de brevedad. Además cuando alguien preparaba de antemano su sepulcro y componía su propio epitafio, en lugar de escribir la frase completa: “sibi viveme fecit” (lo hizo para sí mientras vivió) ponía simplemente las letras iniciales de esas tres palabras separadas entre puntos: “S.V.F”.



Ya tienes, pues, materia para dar una explicación sobre esto a tus amigos.

En el templo parroquial de nuestro municipio de Pozoblanco y en su Capilla Mayor, por concesión de los presbíteros primeramente y después del obispo de la Diócesis, he conseguido que se me designe lugar para dos sepulturas y así en una de las paredes por encargo mío se está construyendo mi nicho que cubrirá esta lápida”.

Nada se hizo como quería Juan Ginés, en 1595 un visitador del Obispado de Córdoba narra que la iglesia se ha ampliado y ha desaparecido la capilla mayor y un retablo ocultaba la tumba. Este incidente provocó que sus familiares comenzaran un litigio con la Iglesia de Santa Catalina que se liquidó con la fundación de la Santa Cofradía de Jesús Nazareno en 1605.



La tumba fue cambiada de lugar al menos cuatro veces y una vez profanada el 17 de agosto de 1936, cuando se sacó la urna con sus restos y fue hecha desaparecer en una cloaca. Hoy la tumba ha sido pintada al estilo colonial andaluz. Mano de pintura que se le dio en la última reforma de Santa Catalina. Y en la publicación que ha hecho el Ayuntamiento a su Epistolario se le han añadido cuatro cartas en contra de la voluntad de su autor: Juan Ginés de Sepúlveda, que fue quién lo seleccionó y dirigió su impresión hecha en Salamanca en 1557. El añadido que se le ha hecho al Epistolario publicado en Pozoblanco es, cuando menos, un atentado al derecho moral del autor.


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