Pongamos que hablo de vivir (XXII)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


La ciudad y los pueblos, ¿antítesis o complementarios?, pues sinceramente creo que ni lo primero ni lo segundo, pero es una verdad palmaria que no hay nada más que observar atentamente la cantidad de personas que se desplaza de la primera a la segunda ubicación a poco que el color rojo da la cara en el calendario, lo malo indudablemente es la vuelta al estrés, la vuelta a las prisas, la vuelta en general, y si además una ciclogénesis algo explosiva llamada Ana te pilla en el camino, incluso a veces, sólo a veces, se llega a plantear uno sino sería mejor quedarse, al igual que en su día se planteó salir.

Decía el sabio que no cambia París por su aldea, pues quizás el hombre tenía algo de razón no lo sé, al menos la tenía en varios aspectos muy acuciantes para con la salud y el bienestar, físico, mental e incluso, visual. “Lo rural se convierte hoy, antes que la ciudad, en el soporte para las reivindicaciones sobre la calidad de vida y en la fuente de inspiración para una argumentación crítica del desarrollo económico”. (Mormont, 1997: 27).

En este tiempo, donde sólo valoramos lo material, afirmo rotundamente que en este emplazamiento de Sierra Morena llamado comarca de Los Pedroches hay muchos valores que nos se pagan con dinero y que curiosamente, son totalmente gratuitos. La otra noche, mirando al cielo se da uno cuenta de que en las noches despejadas resulta algo extraordinario contemplar por ejemplo, desde el Santuario de la Virgen de Luna, como la Vía Láctea corta el cielo en dos, cruzando desde las constelaciones boreales de Perseo y Casiopea al norte hasta las impresionantes regiones del Escudo, Escorpio y Sagitario (donde se localiza el centro de nuestra Galaxia) hacia el sur, pasando por el Cisne cerca del cenit.

Y es que poco a poco, el turismo rural en nuestra comarca se va afianzando y va alcanzado a la par números cada vez más interesantes, y no me extraña, no tenemos que hacer prácticamente nada para que la estancia de cualquier visitante sea realmente increíble, tres puntos básicos avalan la oferta: Paisajes increíbles, deliciosa gastronomía y desconexión total. Llevarle a visitar nuestra magnífica dehesa o nuestro olivar, en bici o a pie, darle la posibilidad de ver a los animales en un habitad que donde lo social y lo económico pueden convivir de forma adecuada, bien manejadas ambas claro, es algo sin parangón para el visitante.

Levantarse y sólo escuchar a los pájaros cantar en un remanso de paz, nos pone de manifiesto que se trata de un lugar de ensueño donde el relax y el sosiego son inevitablemente los únicos compañeros de viaje. Una vez hayamos desayunado una buena rebanada de pan de nuestros pueblos con AOVE y jamón de los Pedroches, podemos plantearnos desarrollar cualquier de los cientos de maravillosos planes que nuestra zona ofrece, los cuales son ideales para el disfrute de la vista y los sentidos, la Ruta al Santuario de la Virgen de Luna o la Ruta de la Grullas, son ejemplos de ello, pero igualmente cualquier paseo por alguno de nuestros caminos rurales nos ofrece la posibilidad de disfrutar gratuitamente de nuestros paisajes y su variada riqueza.

Paisajes y riqueza, estoy convencido de que a este turista rural le encantaría también visitar una magnifica finca de olivar de sierra, de la sierra de los Pedroches mejor dicho, y ver una estampa de película, un turismo distinto pero igualmente llamativo e interesante, dar una vuelta por el olivar y sus paisajes, ver el curso de un arroyo por donde por suerte discurre agua y con algo de suerte poder ver en el pecho de enfrente como unos trabajadores recogen aceituna de forma acompasada y armoniosa, pese a la elevada pendiente del terreno resulta excepcional ver con la facilidad que estos se mueven, como un engranaje perfectamente engrasado, todo discurre a la perfección, mujeres y hombres trabajan, hablan y recolectan aceituna de forma mecánica y perfectamente organizada.

Lo escribo porque a mí mismo me ha sucedido, y durante al menos diez minutos me he mantenido absorto mirando y viendo el espectáculo, parece sencillo, pero moverse en nuestros terrenos con tal agilidad y rapidez es algo extraordinario, cualquiera que lo haya hecho me dará la razón, pensé que es increíble, pensé en el mérito que tiene en primer lugar el que allí puso los olivos, en segundo lugar el que fiel al calendario los cuida y arregla, como aquí solemos decir, y en tercero y no menos importante, pensé en el que los trabaja, porque este trabajo es un gran trabajo, un trabajo duro, un trabajo pesado, trabajo para el cual no todo el mundo vale, y del que uno ha de muy sentirse orgullo de poder realizar. Siempre he creído firmemente que aunque el resultado es el mismo, puesto que finalmente aceite es lo que se obtiene, el medio del cual proviene dice mucho, tanto del aceite y como de todos y cada uno de los que en su producción y resultado final intervienen.

En definitiva, y no es presuntuoso, realmente es así, podemos defender con orgullo y convicción que nuestra tierra, nuestra comarca de Los Pedroches, por ser un marco incomparable y sumamente rico, lleno de aristas y matices que la hacen inigualable e indiscutiblemente atractiva para el visitante y el propio habitante, por tanto, disfrutémosla y cuidémosla, pues es nuestro bien más preciado y será a la postre, nuestro legado más valioso. 


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