En las sociedades consumistas todo se estropea antes

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Decía Antonio Gala que hace mucho tiempo existió un mundo que se ha desmoronado. Un mundo en el que hombres y mujeres, por lo general, no estaban solos: pertenecía a un pueblo, a un paisaje, a un oficio. Ya no. Cambió el modo de vida. Todos vivimos de la misma manera. Estamos más solos que nunca a pesar de que tenemos miles de amigos virtuales en las redes sociales. Pero nos falta el calor humano que antes se respiraba por las calles. Vivimos de puertas adentro.

Un pueblo es el ambiente que tienen sus calles. Es el lado que se ve y no el que se oculta en casa. La televisión, internet y los muchos deberes de los chavales nos metieron entre cuatro paredes. Y así vivimos. Menos abiertos a la aventura. Hubo un tiempo en Pozoblanco en el que las calles estaban llenas de niños, en las puertas de las casas se generaban tertulias de todo tipo y las noches estaban llenas de fantasía. Conversaciones del día a día que parecían corrientes y, que de repente, se volvían excepcionales y únicas. Tardes que se vivían con ilusión infantil y noches con frenesí. Lo importante siempre estaba en los alrededores. Esos tiempos donde había hasta nueve pubs y todos llenos, la Sonia y la Nivel 0 como discotecas. Eran lugares mágicos que todavía guardan recuerdos que son tesoros. La gente tenía gana de comerse el mundo. No es que ahora no se tengan ganas pero se ve menos a la gente.

Falta chispa en nuestros pueblos y posiblemente en todos los pueblos de España. La gente más joven se ha ido a la ciudad y eso se nota. Ahora es como si la vida la tuviéramos en un solo click. No vamos a buscar la diversión fuera porque la tenemos en nuestra casa a través de una pantalla.

Los oficios de antes eran productivos. Ahora hay muchos oficios gestionados para resolver tanto papeleo. Nos piden tantas cosas y nos exigen tanto que nos hacen la vida más complicada de lo que es. No sé por qué nos controlan tanto a nosotros y tan poco a los que se lo llevan calentito.

Las épocas son todas diferentes. Era terrible cuando no había cosas (o pocas cosas) pero lo es más cuando hay muchas cosas y no las sabemos apreciar. En las sociedades consumistas las cosas empiezan a estropearse cuando falta el dinero, lo material. Ya no se sabe vivir sin cosas. En las que no tuvieron tanto no necesitan mucho para encauzar su vida. Todo es cuestión de hábitos. Formas de vida. Eso es lo que cambió. Y no para bien. Nunca es bueno que el coche consuma mucha gasolina para circular. 


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