Calle Madrid... Más que herencia cultural (y en femenino)

ANA CASTRO


Las mujeres de mi familia leen. Leen mucho. Algunos hombres también -mi padrino lee mucho, lee en su Kindle con luz hasta altas horas de la madrugada y es el que me mantiene al tanto de todo lo que se cuece en Los Pedroches y hace posible que pueda escribir artículos como éste-, pero sobre todo las mujeres. Nos prestamos libros entre nosotras, comentamos y hasta se los pasamos a las amigas de la otra. A mi abuela le daba coraje que mi abuelo y yo leyéramos tanto y pudiéramos pasarnos las tardes en el sofá sin que el mundo contará. Creo que la asustaba que no la viéramos (eso y que lo suyo era coser y una no puede entregar su vida a todo).

Que las mujeres lean en mi familia teniendo en cuenta la tierra que nos ha regado no es casualidad o cuestión de familia, que en Los Pedroches está muy presente la música, la Guerra Civil y la lectura desde siempre. Este 2017 da especial cuenta de ello, con la publicación de 17 libros escritos por autores de Los Pedroches y un Premio Solienses reconocido más allá de los límites de la comarca, Antonio Serrano cada vez más asentado en el panorama internacional y como referencia local (más allá de su papel de embajador de la marca Pozoblanco), El Silo más que respetado en la provincia tras haber traído a figuras tan mediáticas como Ara Malikian o la gran Concha Velasco con su esencial Doña Juana o el brillante documental sobre la Guerra Civil elaborado por Sabino Antolí (el impulsor de Cortijo Films).

Y es que en un contexto en el que prima el despoblamiento de las zonas rurales como tendencia global (por más que algunos se empeñen en politizar el tema) y está tan de moda hablar del agroturismo y de nuestro cielo Starlight, a menudo se pasa por alto lo cultural (que sí, que tenemos variadas propuestas culturales en Los Pedroches y tan solo hay que escarbar un poquito para dar con ellas). La pérdida de población en la comarca no se ha traducido en una merma del tejido cultural -como el Blog Solienses se empeña en recoger, así como los numerosos nuevos medios de comunicación (17 pueblos, Hoy al día, Semanario La Comarca o El Quincenal de Los Pedroches)-, si bien no ha estado acompañado de la creación de una industria cultural que vele por su sostenibilidad, promueva a los creadores y cree y fomente un público que consuma cultura más allá de lo público o la propia iniciativa individual basada en la voluntad y el ahínco.

De hecho, la apuesta pública por la cultura en Pozoblanco se ha diversificado y multiplicado en los últimos años bajo el sello Rossi, haciendo espacio a propuestas más alternativas o de culto, como demuestra el paso de Marlango por El Silo o que Silvia Pérez Cruz lo tome como punto de partida de su nueva gira en las próximas semanas (un triunfazo, ¿no?).

En el terreno musical, grupos como Algunos Hombres y Catenaccio nos demuestran que Pozoblanco sigue siendo cuna del pop-rock aunque hayan pasado aquellos míticos años de los que todos hablan y la edición recopilatoria del Fanzine Serie B así nos lo recuerda. Al mismo tiempo, ilustradores como El Ciento nos ha demostrado que publicar una novela gráfica desde Los Pedroches no es cosa de un perro verde y que se puede ilustrar y diseñar para una de las editoriales que sacan el lado más literario de la escena musical nacional (Bandaàparte Editores).

Sin embargo, la labor de trinchera más importante se lleva a cabo en la Biblioteca de Pozoblanco, donde un equipo de 8 admirables mujeres realiza la incansable labor de fomento de la lectura y retroalimentación constante de la cultura bajo una única premisa: emocionar. Tanto las cifras obtenidas en 2017 (más de 19.000 préstamos de libros, 57.282 visitas a la Biblioteca Municipal y 257 sesiones de los grupos de lectura, en las que han participado 202 adultos y 151 niños) como las del presente curso escolar (17 grupos de lectura de adultos, dos de ellos de idiomas, 10 grupos infantiles y 1 juvenil y cobertura en libros a alguno de la comarca) constatan que han logrado su objetivo con creces, así como sus notables y frecuentes publicaciones en Facebook, logrando crear una comunidad lectora a un lado y otro de la pantalla. No sé qué se sentirá al cruzar las puertas de la biblioteca un día tras otro pero desde este lado de la pantalla sonrío mucho cada vez que en mi timeline de Facebook aparecen las fotos de los nuevos clubes, los talleres de robótica (sí, sí, robótica en PozoCity), los peques voluntarios o el lector del mes. Al instante me siento orgullosa de que sea esa y no otra la biblioteca de mi pueblo. Entonces, por unos minutos, confío en el futuro (que las bibliotecas y los libros siempre han sido y serán nuestro futuro) y me emociono y vuelvo a repasar las fotos de Facebook, porque puedo asegurar que cruzo muchas veces las puertas de las bibliotecas madrileñas y jamás he sentido emoción más allá de por el botín de libros que iba a llevarme a casa.

También una mezcla de euforia y orgullo extremo es lo que me recorrió cuando me topé con la novedosa iniciativa de la Asociación de Empresarias y Autónomas de Los Pedroches (EYA PEDROCHES): el “Máster en querer: yo+tú = tú+yo”. Sin duda, es una apuesta decidida por la igualdad y la ruptura de los roles establecidos especialmente en el cuidado del hogar digna de ser impulsada por un Gobierno Autonómico -amparada por una importante partida presupuestaria- y sin embargo la tenemos en aquí sustentada por la sociedad civil y sus ganas y accesible a todos aquellos interesados, pues los talleres son gratuitos (por cierto, deberíais asistir todos, vosotras y vosotros).

No se trata solo de que las mujeres de mi familia lean. Es más que una herencia que la lectura sea tendencia en Los Pedroches y trasciende el hecho de que a pie de guerra para salvaguardarla se encuentren en muchas ocasiones las mujeres. Porque más allá de los ibéricos, la Covap, la Virgen de Luna y la aparcería, brillan la lectura, la música, la creación, el teatro… Y no solo a pie de calle, sino que su estela surca la A-4 330km hacia el Norte, de mi Calle Madrid a mi casa en el centro de la península. Las raíces siguen donde siempre, las bellotas también, y la cultura resiste pese al desempleo y la obligada fuga de algunos creadores. No es cuestión de orgullo patrio o chovinismo (¿taruguismo?) –que yo solo me siento de mi casa, mi gata y mi dolor y nada andaluza-, sino de quejarse menos, politizar menos y disfrutar de estas propuestas. Y sí, vivo fuera, pero me siento parte de eso que agita Los Pedroches, que vibra entre la dehesa y las paredes blancas de nuestros pueblos: nuestro tejido cultural. A mucha honra, de hecho.


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