Pongamos que hablo de vivir (XXVII)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


El tiempo es cíclico, vuelve a girar sobre sí mismo una y otra vez, concretemos, la meteorología siempre a vueltas con nuestros deseos es esquiva, bien nunca llueve demasiado, bien lo hace cuando no lo deseamos o simplemente, no estamos contentos con lo que acontece, eso también es una realidad invariable que jamás cambiará, me gusta pensar en esas cosas cuando camino por los magníficos alrededores de nuestra Comarca de Los Pedroches. Ese sentir extraño, de como la soledad que se respira en el campo te transporta a otra época sin duda mejor, bien la dehesa bien el olivar, te retrotrae hacía un sitio desconocido, que no sabes muy bien como ubicar, pero si es cierto que un lugar donde realmente te sientes bien.

Me gusta lo relacionado con la sobriedad del entorno, con los valores que se transmiten entre unas generaciones y otras, las raíces familiares, y el inevitable choque de lo material y lo sentimental. La película “El Olivo”, que vi la otra tarde por cierto, me llevo a pensar largo rato sobre ello, una sencilla historia, en la que es imposible no dejarse arrastrar por un cierto sentimentalismo no carente de sentido común, puesto que a veces, sólo a veces, las cosas más sencillas y directas, son las que más felices nos hacen.

Es interesante observar, como pueden prevalecer los valores y el ímpetu, frente al derroche capitalista y depravado de unas sociedad consumista que apenas si valora lo que tiene, el paisaje, el olivar, la dehesa, el entorno, en fin, no debemos pensar que somos únicos en caminar extraño que vivir nos toca, pues sólo somos fútiles notas en una excelsa partitura que se compone de la unión de las mismas, y no de su independencia, temas candente donde los haya.

Bien dicho lo anterior, mejor pasemos a temas más interesantes, puesto que el olivo, no sólo se ciñe a lo anteriormente expuesto, sino que además a través de su aceite, nos deja afirmar que indefectiblemente es uno de los mejores medicamentos naturales que existen, me explico, leía el pasado lunes en la Revista Almaceite una noticia realmente interesante sobre el efecto potencial del AOVE sobre las células tumorales. Concretamente versaba sobre un inhibidor metabolo-epigenético natural de las células madre tumorales presente en el aceite de oliva virgen extra, esta investigación ha resultado ganadora del IV Premio Internacional Castillo de Canena de Investigación Oleícola ‘Luis Vañó’, dotado con 6.000 euros, que convoca la prestigiosa empresa oleícola jiennense con el apoyo de la Universidad de Jaén y la Universidad de California en David (UC Davis) de Estados Unidos.

Los autores de la investigación han sido Antonio Segura Carretero, catedrático de Química Analítica de la Universidad de Granada y coordinador de investigación científica del Centro Tecnológico de Investigación y Desarrollo del Alimento Funcional (CIDAF) y Javier A. Menéndez, investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Girona (IDIBGI)-Instituto Catalán de Oncología (ICO), que mediante sus investigaciones han conseguido ofrecer un nuevo enfoque sobre el asunto de la composición del AOVE, y conseguir dar a conocer un nuevo tipo de fitoquímicos en el mismo, que prometen un tratamiento exitoso para combatir el cáncer sin tener la toxicidad presente en otros tratamientos actualmente disponibles.

Por otra vía, el CSIC lleva años investigando en este y otros sentidos, por ejemplo uno de sus últimas investigaciones recientes versa sobre el análisis de 24 aceites virgen extra de España mediante la simulación de la digestión in vitro, en ellos se ha comprobado que hay variedades que tienen más proporción de la coenzima Q, que interviene en la prevención de enfermedades cardiovasculares y en el retraso del envejecimiento celular. Con este ensayo se ha buscado estudiar qué ocurre con las propiedades antioxidantes después de la digestión, porque se sabe que durante el proceso digestivo se producen factores que afectan a los nutrientes y a las propiedades del aceite.

Entre las interesantes conclusiones de la investigación, una de mis favoritas es la relacionada con lo que comentaba en primera instancia, el estudio destaca que las características geográficas del territorio donde se cultiva el olivar van a tener efecto en la composición y propiedades antioxidantes: que son sustancias que protegen a las células del efecto dañino de los llamados radicales libres, los que degradan esas células. La investigación ha puesto de manifiesto que en los terrenos más elevados, los aceites tienen un nivel mayor de compuestos bioactivos, lo que contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares y del cáncer. Sin embargo, el agua aminora el desarrollo de esos componentes bioactivos. Este estudio ha sido publicado por la revista “Food Chemistry” y ha sido liderado por Isabel Seiquer y la D.O. de Estepa.

En conclusión, la sabiduría del olivo centenario es paz interior, esa belleza innata de la tierra en la cual uno se crió, regresa como las nubes de verano, cuando uno ya va cumpliendo fechas en el calendario. Ojalá dentro de unos años siga pensando de la misma forma, lo que más me reconforta es que la ciencia en parte me dé la razón, pues no cabe duda de ambas, primero la bondad inmensa para con la salud del AOVE y segundo, que su ubicación geográfica determina su calidad y composición, pues si esta ratificado por la ciencia y puede ser de estas tierras, mejor que mejor.


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