Las indecencias en la política

JUAN PEDRO DUEÑAS SANTOFIMIA


Es prudente, cuando de censurar el actuar de algunas personas se trata, utilizar el lenguaje adecuado para no herir a aquellas que, formando parte de la “casta política”, no se sienten identificadas con el grupo, partido o coalición a que pertenecen, pero con similar criterio, se hacen corresponsables de los actos que silencian y por tanto son copartícipes de la indecencia.

Resulta a todas luces indecente que el jefe de gobierno hace unos dias rehuse entrar a opinar sobre la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, con una respuesta torpe, inoportuna y falta de toda conciencia social: “No nos metamos en eso...” le respondió al periodista radiofónico que lo entrevistaba, y se quedó tan pancho.

La realidad histórica de injusticia social, a lo que él denominó “ eso” como si de algo deshonesto, inmoral o innombrable se tratara resulta ser un problema que afecta a mas del 50% de los ciudadanos de este pais, las mujeres, que hartas de ser invisibles a los ojos de sus representantes políticos se han echado a la calle reivindicando unos derechos que le están reconocidos en multitud de disposiciones legales algo que, los mismos que las promulgan, se cuidan de incumplir.

A los pocos dias, el denostado personaje aparece públicamente con el lazo morado luciendo en su solapa pretendiendo hacer creer a los ciudadanos (mas dirigido a las verdaderas protagonistas de la movida “mas de 5.000.000 de votos , hace menos de un mes ignoradas públicamente ) que está con ellas y con su causa que arrastran secularmente y por la que poco o nada hizo durante su mandato incluso con mayoría absoluta parlamentaria.

Es indecente tanta hipocresía e indignante para aquellos ciudadanos que teniendo el vicio de pensar vivimos en un pais donde los derechos son violados permanentemente, donde no se garantiza la libertad, no se cumple la Constitución y tantos otros atropellos que resultarían innumerables, y que de un dia para otro aparezca su primer dirigente mostrando un lazo de solidaridad que dias antes habia ignorado públicamente.

Tras rehuir la cuestión de la desigualdad de sexos, se muestra públicamente como primer defensor e incluso se permite corregir a miembros de su gobierno que comparten su forma de actuar en relación con esta cuestión en lugar de hacer acto de contricción y pedir perdón por tantos y tantos atropellos.

Estos comportamientos, y actitudes indecentes que cada vez proliferan mas en el ámbito de la política serían inadmisibles en las relaciones sociales, en una sociedad que, quizás con menos recursos económicos, poseía valores tales como la palabra dada, el apretón de manos y no digamos ya el compromiso verbal o escrito. Era ley para ellos.

Ignorar el sentir de un pueblo, erigiéndose por encima de las necesidades reales tiene, o se le pueden dar dos lecturas:

Una. Que la soberbia de sus dirigentes les impide reconocer su incapacidad para gestionar los intereses públicos despreciando su inteligencia confundiendo su silencio con su paciencia.

Dos. Hacer presente la famosa frase: “ Cada pueblo tiene el gobierno que se merece” atribuida a José de Maistre (1753/1821), o quizás mas acertado, como apostilló André Malraux ( 1901/ 1976) “ no es que – los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen- ”

Luego, quizás despojándonos de hipocresías, miedos a la crítica irracional y en la línea de lo que a todos nos correspondería hacer, deberíamos seguir la tesis de José Martí “Pueblo que soporta a un tirano, lo merece” o no yendo tan lejos y en la proximidad del tiempo, con la prudencia que caracteriza a Julio Anguita: “Pido a los ciudadanos que no voten a los políticos corruptos”, permitiéndome añadir : pues aquellos que sabiéndolo, como ya se sabe o se presume desde hace casi diez años, votaron a unos partidos corruptos, no están legitimados ahora para tirarse a la calle a pedir aquello que en su dia pudieron evitar con su voto.


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