Nada es según parece

JUAN PEDRO DUEÑAS SANTOFIMIA


Los acontecimientos están mostrando que cuando los político no son capaces de soluccionar los conflictos tienen que recurrir a una solucción judicial, haciendo dejación en unos casos de sus obligaciones y en otros, mostrando su incapacidad de gestión.

La política está dando muestras evidentes de su ineficacia al menos en la forma en que se está desarrollando en los últimos tiempos y ello se observa en sus permanentes desencuentros internos, en las luchas descarnadas entre partidos y la falta de acuerdos para dar solución a los graves problemas de interés social

Un grave error llevar a los tribunales cuestiones que deben desarrollarse en el ámbito de la política. Poner en manos de una institución que se muestra ciega y que actúa como último recurso a la frustración, es aceptar la incapacidad para resolver problemas propios dejando en manos de tercero una solución que solo contendrá como valor decisorio la norma vigente sin ningún otro contenido de carácter socializante, humanitario, de oportunidad, o justicia social.

Esta realidad nos llevará a otra de logica consecuencia. Cada vez la política tendrá menos presencia en la vida pública y acabará, como ya se denota, con la ideología y desinterés de los ciudadanos, mas pendientes de los escándalos que cada dia trascienden que de conocer los proyectos de las distintas alternativas.

Tanta reducción al mínimo esfuerzo y a la búsqueda del rendimiento inmediato nos está llevando a una bipolarización carente de consideraciones previas, razonamientos lógicos y proyectos de futuro ilusionantes. Todo se reduce al sí o nó, a la réplica inquisitiva y al reproche vejatorio, sin que se argumente ninguna consideración del oponente que pueda implicar una aceptación, aunque sea en parte, de su razón.

Estamos en el absolutismo de la razón única que cada cual cree tener sin mas consideración que el interés momentáneo. Razón además que habitualmente se construye sobre base de mentiras o verdades a medias con el propósito de alimentar el morbo de los ciudadanos en un circo permanente para mantenerse en el poder.

Una actividad política que se sustenta sobre bases argumentales tan poco firmes y nada fiables no puede ni debe hipotecar la voluntad de los ciudadanos al menos durante cuatro años en que se producirán tantas contradicciones entre sí y en sí mismo que terminan socavando la propia esencia de su existencia, generando la desconfianza el desencanto y el desconcierto con vaivenes poco explicables en la intención de voto y la inseguridad de sus resultados.

La política como cualquier actividad social se encuentra inmersa en el baile del desconcierto que nos está llevando a una involución por causa de la incertidumbre que genera la inestabilidad. No se piensa en el futuro, hoy pensamos en el momento quizás porque se ha privado al individuo de la capacidad de gestionar su futuro o al menos de decidir en el presente su planificación ante la desconfianza e incertidumbre de que así se cumpla, aún a costa del esfuerzo necesario para ello. Será por eso que todas las energías de proyectos futuros, al aceptarse previamente como imposibles, se concentran en el presente que se vive con mas vehemencia, de forma mas explosiva e irreflexiva pero con conciencia de ser mas efímera y por tanto se aceptan los resutados con cierta resignación.

Que le vamos a hacer, es que todos son iguales, frase que ha nacido de la desilusión y la renuncia a construir una sociedad mejor por la falta de confianza que han generado estos corruptos que solo piensa en sus privilegios a los que no están dispuestos a renunciar y es por ello por lo que hay que derrocarlos. En ello nos va algo tan importante como es la ilusión de un futuro mas cierto, seguro y justo.

Detrás de toda esta apariencia de realidad, se encuentra lo realmente importante que a modo de estructura invisible mantiene firme el edificio social . Las conductas inquebrantables y las voluntades permanentes, aunque no se hagan presentes, de que el ser humano forma parte de una naturaleza en equilibrio que, a pesar de sufrir ataques incomprensibles, al igual que ocurre en nuestra sociedad, siempre se regenera volviendo a los principios que la sostienen: la verdad la firmeza y la lucha por la vida.

Cuando los seres humanos no tenemos capacidad para ver y observar algo tan cercano que nos envuelve, estamos aproximándonos a una ceguera mental que nos hará súbditos de nosotros mismos. Por eso, aunque solo sea por eso ( y ya sería bastante) cualquier innovación o proyecto por revolucionario o antisistema que nos parezca debe ser acogido con oportunidad de modificar la situación cuyo futuro se muestra muy incierto y alienante. 


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