Los perros que hablan y los humanos que ladran

JUAN PEDRO DUEÑAS SANTOFIMIA


Miguel de Cervantes en su novela ejemplar “El coloquio de los perros” relata las peripecias de dos perros (Berganza y Cipión) que una noche deciden abandonar la vigilancia del Hospital de la Resurrección en Valladolid para, aprovechándose del don divino del habla de que han sido dotados, relatar sus peripecias vitales.

Así, uno de los coloquiantes, Berganza, dice “Y aún a mí que desde que tuve fuerzas para ver un hueso tuve deseo de hablar, para decir cosas que depositaba en la memoria; y allí, de antiguas y muchas, o se humedecían o se me olvidaban. Empero ahora, que tan sin pensarlo me veo enriquecido deste divino don de la habla, pienso gozarle y aprovecharme dél lo mas que pudiere, dándome priesa a decir todo aquello que se me acordare, aunque sea atropellada y confusamente, porque no sé cuándo me volverá a pedir este bien, que por prestado tengo”.

Tu creador, el insigne “manco de Lepanto” denonado luchador por la libertad que, incluso anteponía a la justicia, no teniendo fé en ella, otorga el don del habla al ser supremo contra quien la justicia terrenal no puede actuar, garantizándose así la impunidad de su osadía ejemplarizante. Hoy, en los albores del siglo XXI no nos vemos enriquecidos deste “divino” don de la palabra que ha pasado de favor divino a control humano por lo que hasta no se cuando y por si acaso se pretende cerrarnos la boca, dénos priesa en decir todo aquello que no podemos silenciar.

Esta, o similar, podría ser la respuesta de un tercer coloquiante a quien sin duda se dirigía Cervantes como destinatario de su ejemplar novela. Lo que quizás no podría preveer, a pesar de la profundidad y clarividencia de su pensamiento, que esto tendría total vigencia después de mas de cuatrocientos años de su publicación. A buen seguro le resultaría frustrante que su mensaje no hubiera calado despues de tanto tiempo.

Sorprendidos los canes del don de que milagrosamente han sido dotados con un mutuo entendimiento que les capacita para el discurso, (tan pródigo en la actualidad) la genialidad de Miguel de Cervantes transciende a la propia historia con planteamientos tan intemporales como la racionalidad atribuida con exclusividad a los seres humanos como contraposición diferenciadora del resto de los seres de la naturaleza, dotando a los perros de la virtud del entendimiento racional, de tan dificil acopio.

Es probable que el genial Cervantes hoy escribiese la misma novela, ya no con contenido ejemplarizante sino mas bien con finalidad crítica, que podría titularse “Los perros que hablan y los humanos que ladran”.

Cipión, replica a Berganza: “...menester será pedir al cielo nos conceda la habla siquiera por un año, y aún temo que, al paso que llevas, no llegarás a la mitad de tu historia.....y quiero advertirte que los cuentos, unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos, otros en el modo de contarlos y otros hay que es menester vestirlos de palabras...”.

Atendiendo a tu advertencia, Cipión, hay cuentos tan mal hilados que se convierten en lobos de su propio autor, que tan solo causan irrisoriedad en el pueblo y tan mal contados que carecen de recorrido y a pesar de la palabrería terminan desvaneciéndose a corto plazao

A esta réplica, en la edición actualizada y revisada, acorde con la situación social existente, el tercer dialogante contrareplicaría, Hay que procurar decir aquello que se pretende bordeando la legalidad sin violentarla y sin herir al oyente ni dejar de decir verdad. Alta misión amigo Cipión, porque la verdad duele a quien basándose en la mentira, como vehículo de comunicación de los que controlan la sociedad, se ven descubiertos en su propósito engañoso, poniendo tambien, ademas, en grave peligro tu libertad.

Berganza, tras cambiar de amo, se encomienda a la vigilancia del rebaño y relata: “Agachéme detras de un mata...... ví que dos de los pastores asieron un carnero..... y le mataron de manera que había sido su verdugo el lobo. Quedéme suspenso cuando ví que los pastores eran los lobos y que despedazaban el ganado los mismos que le habían de guardar..... “¡Válame Dios ¡-decía entre mí- ¿ quién podrá remediar esta maldad ? ¿ Quien será poderoso a dar a entender que la defensa ofende, que las centinelas duerman, que la confianza roba y el que os guarda os mata”.

El tercer replicante (tras la experiencia acumulada por el transcuros de la historia) hoy respondería a Berganza: Tus preguntas aún hoy siguen sin respuesta porque la respuesta continua enrocada en la propia pregunta ¿Quién vigila al vigilante? La maldad persiste porque el que debe castigarla la utiliza sistemáticamente y nadie escarmienta en cabeza ajena.

El único poder que pueda dar respuesta a tus preguntas, es el poder del pueblo, pero mientras siga dormido y confiando en sus pastores la confianza permitirá que sigan robándoles .

“Aprovechándote vas, Berganza, de mi aviso: murmura, pica y pasa, y sea tu intención limpia, aunque la lengua no se parezca ”.

Sí, pero habla cuando debas. Que tu lenguaje se entienda y que haya un público dispuesto a escuchar, anque el lenguaje encubierto sea la necesidad de evitar represalias y seas callado para siempre, pero esa intemporalidad ya se divisa en el horizonte como algo muy próximo a que renazca de nuevo la libertad no solo del pensamiento sino tambien de la palabra.


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