Lo que somos y no potenciamos

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Un profesor mío decía que para empezar algo, teníamos que saber quiénes éramos. Esa era la única manera de iniciarse bien. Situarnos no es fácil. No nos ponen sitio. Nuestra tierra es un lugar escondido para muchos. Por no decir olvidado. Estamos lejos de todo y fuera de objetivo.

A pesar de vivir aislados, no hemos tomado conciencia de lo que somos y de lo que queremos ser. Nos cuesta reconocer nuestra realidad. Somos gente que vive del campo como pequeños agricultores, pequeños pastores, pequeños productores de leche, de carne y de más cosas. Eso somos. No lo hemos transmitido. A algunos hasta les avergüenza. Somos dehesa, olivar, campo, caza, pueblo, valle, zona rural, pesca, matanza de cerdo, cortijo, río, sierra, pequeños comercios, tabernas de barrio. Esa es nuestra base. De ahí sale todo. Y los que podemos defenderlo somos nosotros. Nos tenemos que armar de nuestra verdad. Y no lo hacemos. Jugamos al escondite. Así estamos, cada día más solos.

La política nacional y regional está enfocada a la ciudad. A los pueblos bajan a recoger impuestos y votos. Unos y otros. Otros y unos. Pero tienen a sus representantes que los defienden por encima de los intereses de sus pueblos. Primeros los colores. ¡Qué cosas! Con la que está cayendo. No hay apenas subvención municipal o comarcal para nuestro gran patrimonio que es nuestro modo rural de vida, que es nuestra supervivencia, que es lo que fuimos y lo que somos. ¡Cómo exigimos fuera lo que no damos dentro! Esas políticas de amiguismo, de copia y pega de la ciudad, de subvencionar a lo grande no solucionan problemas, los crean. Los políticos no tienen que ser repartidores de dinero público pagado por impuestos. Qué repartan el suyo.

Pero nadie cae en la cuenta de que aquí no hemos inventado otro modo para seguir produciendo que el campo. ¿Por qué no lo ponemos en valor? ¿Por qué no lo enseñamos? ¿Por qué no lo premiamos? Subvenciones millonarias para actividades en el pueblo. ¿Y en los campos? Aquí el pueblo vive del campo. Y se tiene que explicar desde el orgullo de sus gentes. Desde las historias que nos hicieron grandes. Nuestras gentes fueron difíciles de vencer. Tuvieron un espíritu grande que no queremos heredar. Tenemos razones para ser, razones para estar, razones para permanecer en esta tierra. Pero para ello tenemos que saber quiénes somos. No somos subvención. No somos votos. No somos urbanitas. Somos campo, dehesa, olivar, encinas, caza, pueblo, valle, zona rural, pesca, matanza de cerdo, cortijo, río, sierra, pequeño comercio, taberna. Y eso hay que defenderlo con orgullo.

No queremos políticas exportadas. Queremos política de verdad, políticas de pueblo. A pie de campo. A pie de huerto. A pie de explotación. Llevamos años de pérdida de identidad. Eso es muy grave. Con actividades exportadas que no son nuestras. Los pueblos tienen su esencia, su historia, sus costumbres, su cultura. ¿Eso lo queremos cambiar? Y cuando pasen esas actuaciones que nos quedará de lo nuestro, de lo que fuimos, de lo que se vivió y sintió aquí. Los pueblos grandes son los que saben que son y lo que saben que sienten.


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