Seres humanos

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Antes, cuando escuchábamos “que había que luchar por hacer de este mundo un lugar más humano”, la gente se conmovía. Se trataba de luchar unos por otros. Ese mensaje colectivo pasó a mejor vida. Se dejó de creer en él. Hoy ese mensaje suena muy cursi. El mensaje que impacta realmente es el individual de cada uno. Suena muy bonito ese que dice “lucho por los sueños que me quedan por cumplir”. Ese es más bonito. Más creíble. Nadie lucha por nadie. Solo por sí mismo.

Hace unos años en los partidos de fútbol se echaba el balón fuera cuando alguien quedaba tendido en el suelo. Ahora nadie lo hace pues se abusó del engaño en este tipo de acciones. Lo mismo pasa en política. Todo está dividido en ideologías. Buenos y malos en función de los colores. ¡Qué chorrada! Lo primero somos los seres humanos. Luego lo demás, mujer, hombre, adultos, niños, fontaneros, administrativos, comerciantes, padres e hijos.

Primero somos seres humanos. Un concepto que se está perdiendo. Si un ser humano no gasta su talento no invierte su talento, sus medios, su fuerza, parte de su tiempo en mejorar la vida de otro, es que no aprecia al ser humano. Y él lo es también.

Atrás quedaron esos años en los que uno se apoyaba en el vecino. Ahora tenemos la sensación de que todo el mundo sospecha del vecino. Ese cambio nos hace vivir peor, menos protegidos, menos felices y llenos de dudas. Hemos abandonado el principio básico. No es otro que el de ser personas, seres humanos. Después viene todo lo demás. Si no se lucha en conjunto pasa lo que pasa. Cada uno hace su guerra. Dejamos de ser fieles para ser desleales. Dejamos de dialogar para hacer monólogos.

La vida va más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Esos sueños no son los verdaderos. Ni los más grandes. La vida son cosas que pasan donde los demás cuentan y mucho. El sueño personal tiene el recorrido que tiene. El colectivo llega mucho más lejos aunque sea compartido y a más largo plazo. La droga del siglo XXI es la de ser felices artificialmente a cualquier precio.


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