Un siglo de amor y cariño


JUAN FRANCISCO PERALBO REDONDO


Hace unos días nos abandonó  una señora centenaria, un ejemplo a seguir, un Ángel: “Carmen Barbarroja Castaño”, nacida el día 12 de Mayo de 1919. Ingresó en la Residencia Antonio Mansilla de Alcaracejos el 06-06-2011, es decir, hace siete años, donde exprimió con alegría y sosiego sus últimos días.

Su grandísimo corazón no pudo resistir tantas vivencias y vicisitudes pasadas. Aunque nunca se le vaciaba, a pesar de repartirlo a espuertas entre todos, y ese, su corazón, se regeneraba año tras año, saliendo una y otra vez de la reserva sin repostajes ni recargas de ningún tipo.

Ella, Infundía: cordura, entusiasmo, experiencias,…;  Repartía: sonrisas, halagos, buenas palabras y gestos,...; Irradiaba: calor, cariño, amistad, vida, ilusión,…; Regalaba: consejos, sabiduría, compañía, y en muchas  ocasiones,  de forma grácil “caramelos”.

Para mí personalmente, como Animador Sociocultural del Centro donde ha vivido y nos ha ayudado a vivir estos últimos años, es una pérdida insustituible, ya que ella era quien más me animaba, me enorgullecía, incluso me alagaba, elevando mí energía, seguridad y autoestima.

Nunca le vi un mal gesto, ninguna queja, ningún reproche, sino todo lo contrario, es decir, era pura bondad, toda llena de sonrisas, repleta de fortaleza y superación, y además, esos dones los contagiaba. Lo que no entendía ella, era porqué su vista no era la que poseía cuando tenía unos 80 años, éste sería su único pesar, el cual quizás, gracias a Dios, le privó afortunadamente de no visionar a la muerte.

Yo que intento siempre tenerlos a todos rememorando el pasado, las fiestas y tradiciones, la antigua minería, la gastronomía, nuestro patrimonio, etc.; temas estos, entrelazados con los presentes y modernos para que no pierdan el hilo de los años y de la vida actual. Sin embargo, he aprendido mucho de Carmen, de sus sapiencias, su forma de ser, sus maneras, su educación, etc. Así como de su fuerza sobrenatural, sus infinitas ganas de vivir,  su acerado tesón, su sutil personalidad, de su afable genio, su inigualable saber estar, y de toda la persona en sí.

Recuerdo cuando me regalaba algún caramelo, a lo cual no le podías decir que no, pues para ella ese detalle era un ejemplo de afecto, aprecio y agradecimiento. Para nosotros, ese caramelo no sólo envolvía una golosina, sino su enorme gratitud, su gentil dulzura, su inigualable vigor, su inagotable amistad, y sobre todo su infinita humildad.

Desde este balcón Comarcal, intentar darles a los familiares, todos los sentimientos de pesar y las fuerzas para superar tan enorme pérdida, que les ayude a aliviar de algún modo su dolor y tristeza, de los cuales nos hacemos todos partícipes. Decir que su extraordinaria familia no ha faltado ni un día, de estos últimos años, para recibir diariamente su bendición y su cariño, además de darle a ella su amor, ánimo y compañía. Atentos siempre a lo poco que pudiera faltarle en este Centro. Digo “poco” por  no decir “nada”, ya que en él, todos son agasajados de atenciones, cariño, actividades, etc., por lo que no le ha faltado amor y ayuda, quizás casi tanta como la que ella nos aportaba y repartía, tanto a sus compañeros de la Residencia, como a los trabajadores en general, al equipo médico, Dirección, etc. de la que para ella era su casa y su hogar.

Carmen se nos ha ido a otro Centro, éste celestial, donde será atendida como incluso aquí. Pero Carmen permanecerá en cada rincón de esta Residencia “Antonio Mansilla” de Alcaracejos: en su habitación, en el Gimnasio, Comedor, Sala de Actividades, patios, salones y pasillos. En todos sitios, pero sobre todo en nuestros corazones.

Me emociono aquí escribiendo estas frases y vivencias, en tal modo que tiempla mi pluma y parpadean mis ojos, pero no por ello se me impedirá dar este humilde homenaje  a Carmen Barbarroja, a la cual pido que desde allí nos sigas ayudando, animando y engrandeciendo con tu fortaleza, tus virtudes y tu cariño.

Siento que mis halagos sean tan modestos, simples e improvisados, como los que en realidad te mereces.

Que Dios te tenga en su Gloria. GRACIAS CARMEN. 



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