Vallesanos por el mundo, nuestra tierra nos necesita

MIGUEL CARDADOR MANSO


Hace tiempo que nuestra comarca está cubierta por unos nubarrones cada vez más negros que invitan a negar con la cabeza cuando miramos por la ventana del tiempo futuro. Los síntomas que anuncian tormenta son claros y conocidos por todos: una población que lleva más de 20 años en caída libre en números de habitantes y en la actualidad no hay pueblo que se salve de obtener un balance negativo al actualizarse el censo; una gran cantidad de jóvenes que sacaron billete de ida para salir de nuestra tierra y solamente pican el de vuelta para pasar algún fin de semana, las vacaciones o fiestas locales y, por último, una economía basada en una ganadería y agricultura tradicional dependiente, en muchos casos, de las subvenciones públicas para ser rentable y en la cual si COVAP coge un constipado grave, el virus podría expandirse como una pandemia con síntomas de exterminio inminente.

Con todo lo anterior, es normal que el pesimismo se refleje con dureza en las tertulias de barra de bar. Participando de mero oyente en una de ellas pude comprobar el resultado palmario al tratar este asunto. De unos 8 participantes, de los cuales la mayoría superaban o estaban cerca de los 50 años, solamente 2 veían posibilidades de enderezar el rumbo. Uno de ellos un joven de algo más de 30 años. Muchos reclaman que la solución a este problema debe venir dada por la administración pública a través de proyectos que faciliten y fomenten la vida en nuestros pueblos. Podemos morir sentados esperando a que esto ocurra mediante esa vía y para muestra los resultados del ambicioso proyecto de Pe+ de alcanzar los 20.000 habitantes en Pozoblanco. En la cuenta atrás de la legislatura, lo único que han conseguido es acercarse más bien a perder los 17.000.

A mi parecer, el remedio fundamental reside escondido en una generación de jóvenes vilmente engañada con el “estudia si quieres tener una vida próspera”, injustamente atacada con la etiqueta de “generación ni-ni” y continuamente criticada con el “se han criado sin faltarles de nada por lo que no saben el significado del sacrificio y la cultura del esfuerzo”. Creo que en nuestros círculos más cercanos sobran los ejemplos que desmotan todos los mitos anteriores y, a pesar de tener poca culpa de la herencia recibida, es incuestionable que a ellos les toca tirar del carro al igual que hicieran sus homólogos en épocas pasadas, en ese juego de supervivencia al que llamamos ciclo de la vida.

Mis esperanzas para revertir la situación se basa en varios argumentos. El primero que esa generación de jóvenes, entre la que me incluyo, se supone que es la mejor preparada de todas, al menos títulos en las paredes de nuestras casas no nos faltan, por lo que los cimientos para construir un nuevo porvenir parecen ser sólidos. Por otro lado, muchos de estos jóvenes –con y sin estudios- malviven o sobreviven como pueden en grandes ciudades u otros países debido a lo mucho que han aumentado los gastos y lo que ha bajado en comparación los salarios. A excepción de algunos privilegiados, la ciudad hace tiempo que no es un lugar rentable para echar raíces y ya he observado una pequeña migración de retorno al valorar que aunque de primeras un sueldo de 800 euros al mes puede parecer ridículo, en un pueblo con esto puedes llegar a tener mayor poder adquisitivo y mejor calidad de vida que si cobraras 3.000 euros en Madrid.

Además, si sabemos utilizarlos, no nos faltarán posibles aliados para ayudarnos en esta contienda. Por ejemplo, mucha tierra donde sembrar nuevos cultivos o establecer nuevas formas de cría que complementen las existentes, consiguiendo un efecto de cambio como fueron la revolución de los invernaderos en El Ejido. También disponemos de internet el cual nos permite colocar nuestro negocio en cualquier esquina del mundo y, con los medios logísticos actuales, tu producto puede ser entregado en el otro lado del globo en poco más de 24 horas.

Ahora, solamente falta que los jóvenes rompamos definitivamente con esa barrera que nos impide dar el paso de emprender y salgamos de nuestra zona de confort para encontrar negocios rentables acordes a estos tiempos contando siempre con la inestimable ayuda de la experiencia de quienes han sudado la camiseta por esta comarca durante años. Nos encontramos en ese momento del partido donde hay que ser valientes para buscar el tanto de la victoria o, de lo contrario, si esperamos a verlas venir, nos podemos llevar un serio revés al igual que le ocurrió a España contra Rusia el pasado domingo. 




2 comentarios :

  1. Un 10 por esos valientes que deciden volver a su tierra natal a buscarse la vida, aunque eso suponga dejar amigos atrás... :)

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  2. Todo mi apoyo a esa gente que vuelve para impulsar y revivir los pueblos, invirtiendo en ellos

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