La repoblación de la comarca de Los Pedroches

ARTURO LUNA BRICEÑO


Tras la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo, la comarca de Los Pedroches pasa a ser propiedad de la Ciudad Califal. La frontera en la Campiña Cordobesa necesitaba más atención que las tierras que habían quedado en retaguardia. La repoblación de la Ciudad de Córdoba, de la que habían sido expulsados todos los habitantes musulmanes, daba prioridad a los colonos que venían de Castilla. Los Pedroches permanecieron abandonados y se convirtieron en refugio de los golfines; bandoleros que asaltaban a los viajeros que recorrían los caminos de Andalucía a Castilla.

Servían de bastiones a estos asaltadores de caminos los Castillos de Pedroche, Almogabar, (Galla), La Torre, Costanilla, Gelices, Montezocar y Azuel, en los caminos cortos a Toledo, y el Castillo de Santa Eufemia, Vioque, La Nava y La Atalaya en los caminos largos, y estos últimos situados a una legua de Santa Eufemia.

Si tenemos en cuentan las genealogías antiguas de los Familiares de la Santa Inquisición, las primeras repoblaciones en Los Pedroches se hicieron en Santa Eufemia y su señorío. Personaje clave en esta historia es Fernando Díaz Carrillo, al que la Ciudad de Córdoba en 1293 le concede el Castillo de Miramontes y un territorio al norte de la Comarca de los Pedroches. Donación que fue confirmada por el Rey Sancho IV.

Fernando Díaz de Carrillo, en testamento hecho en Córdoba el 4 de julio de 1345, funda el Mayorazgo de su villa de Santa Eufemia, sus dehesas y algunas casas de Córdoba y toma el nombre de Hernán Díaz de Santa Eufemia. El mayorazgo tenía sus límites con los términos de Belálcazar, Hinojosa y Zarza Capilla por poniente y norte. Y por levante y sur, con los que fueron los bienes comunales de las Siete Villas de los Pedroches. 

Documento de Limpieza de Sangre.


La Ciudad de Córdoba le había hecho esta donación porque en la época de Sancho IV y Fernando IV, ahuyentó del camino de Andalucía a Castilla a unas cuadrillas de golfines que infectaban la sierra. Esta limpieza la hizo al frente de la gente y el Pendón de Córdoba.

La repoblación de este señorío comenzó con este primer Señor de Santa Eufemia y lo hizo con las Villas de Santa Eufemia, El Viso, Torrefranca y El Guijo, además de seis aldeas más. En el término del Guijo la Ciudad de Córdoba se reservó el Puerto Mestero y la Venta del Puerto, donde los trashumantes de ganado ovino, de cerda y vacuno, que entraban por la Cañada Real Soriana, pagaban los portazgos por acceder a los pastos del Reino de Córdoba.

Las seis aldeas eran: Valverde con más de 200 vecinos, iglesia y pila de bautismo. El Toril; Las Casas de Doña Rama; Los Luengos, La Zarza y Doña Concha. Todas ellas tenían dehesas y para aprovechase de ellas Don Gonzalo Mejías Carrillo, VIII Señor de Santa Eufemia las despobló.

Tiempo después Don Rodrigo de Mexia, llamado el Viejo, para descargar su conciencia, volvió a poblar Valverde en 1514. Puso párroco y restituyó sus dehesas. Pero a los quince años el mismo Don Rodrigo, la volvió a despoblar y apoderarse de sus dehesas.

Los pobladores de estas aldeas pasaron a repoblar Pedroche y Torremilano y las cinco villas que se fundaron en la denominada Campana de los Pedroches, y que fueron en orden cronológico Torrecampo, Pozoblanco, Villanueva de la Jara, Alcaracejos y Añora. 

Documento de Torremilano.


El abuelo materno de Juan Ginés de Sepúlveda era de Torremilano, fue el primer alcalde de Pozoblanco y su padre, bisabuelo del Cronista, era de Santa Eufemia. Algunos de estos primeros colonos vinieron de Castilla la Vieja, y adoptaron sus apellidos con el nombre de la villa de procedencia: Sepúlveda, (Segovia) Arévalo, (Ávila) Pedrajas (Valladolid).

Algunos de ellos, por méritos en las campañas de Andalucía, adquirieron el rango de hidalgos. Estado que sólo le fue reconocido en Torremilano. Existe un documento en Simancas de principios del 1500 en el que piden que vayan a investigar a las Arcas de tres llaves de Torremilano si se les reconoce la hidalguía a estos vecinos. 


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