La vida no es un negocio, es una aventura

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Solamente apreciamos las cosas cuando las perdemos. Hablo de las cosas importantes. Las que no vemos. Esas que creemos que nos pertenecen para siempre. Pero se escapan. Un día vuelan y ya no están. Nos afanamos en el dinero y dejamos por el camino los momentos. Esos que un día recordamos porque ya se han ido. Me refiero el tener a tus hijos a tu lado, llevarlos a la escuela, compartir con ellos el desayuno, la comida o la cena. Meternos en su mundo y encontrar la fantasía, el cariño o la ilusión.

No pensamos nunca en esos momentos porque no tenemos tiempo. Lo empleamos para otras cosas. Pensamos llegar a sitios donde solo hay materia. ¿Y qué hay de las aventuras? La de enamorarse, la de compartir casa, ser padre o madre o ir de paseo.

Muchas veces creemos que todo volverá a ser como antes. Y no es así. Lo que se va, no vuelve. No se puede atrapar el presente pero si se puede disfrutar. Cultivamos la malicia para ganar cosas cuando en realidad lo que debemos de cultivar es la ingenuidad.

Nos han mezclado la verdad con la basura disfrazada. Hay mucha suciedad la cual pintaron de colores para que cayéramos en la trampa. La vida no es un negocio. Es una aventura. No consiste en conseguir más y más cosas. Consiste simplemente en conservar las cosas buenas que tienes y trabajar para poder seguir disfrutándolas. Basta con reconocer la maravilla de las cosas sencillas que al ser tan sencillas es más complicado valorarlas. Pero están. Y son momentos. La familia, el primer día de colegio, la cena de Navidad, los cumpleaños o el día en el que te sentiste feliz porque la vida te sonreía.

Hay muchas vidas destrozadas por no ver lo que era importante. Parejas que construyeron una vida conjunta y que ahora caminan separados. Padres que llevan sin ver a sus hijos días, semanas, meses y hasta años. Muchas veces esto era inevitable porque la vida es muy caprichosa, pero en otras ocasiones todo se fue al traste por no ver lo que uno tenía.

El dinero es un trozo de papel que te hace moverte de allí para acá. Pero no es verdad. Lo importante es lo que la vida te regaló. Momentos. Esos que se pierden. Si supiéramos atraparlos. Nos quedaríamos con los más sencillos y cercanos.


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