Tal como fuimos y tal como nos vieron

ARTURO LUNA BRICEÑO


En 1971, ya hace casi cincuenta años, comencé a colaborar con Ana María Vicent para organizar las bases de un Museo Etnográfico. Museo que quería instalar en un viejo palacio situado en la plazuela donde termina la Calleja de las Flores en Córdoba. Hicimos un estudio de culturas y subculturas populares, ya fueran de tradición oral, escrita o heredadas por los menestrales y artesanos de los diferentes oficios que entonces existían en la capital o en la provincia. Fue en ese tiempo, cuando conocí a Jorge Manosalvas Gallardo. Un amante de las viejas costumbres de su pueblo. 

Portada de un libro de Jorge Manosalvas.


Para que me hiciera una idea me dio un libro en el que narraba, entre otras cosas, las viejas tradiciones y costumbres perdidas. Era una recopilación de artículos y entrevistas a diferentes personajes de Córdoba y de Los Pedroches. 

Piedras Santas.


La página 84, encabezada con: “PIOSTROS”, narra con agilidad, pasión y brillantez esta viejísima costumbre pedrocheña, pero al final de página dice: “Esta tradición de los Piostros se conserva y puede incluso que haya ganado brillantez. En cambio, desapareció aquel rito largo y complejo que tenían las capeas en la plaza de carros. Se instalaba el domingo anterior a la feria con la “Puja”. La subasta de las localidades en el salón de la Casa Consistorial. Previamente, los alguaciles habían dividido con cal el contorno del ruedo. Los “carros” con menos visibilidad y al sol, eran pujados más baratos. Los “palcos” resguardados por la sombra, a precio mayor. Luego existía otro círculo que no se subastaba; los “tablaos”. Formaban un segundo anillo detrás de “carros” y “palcos” y su sistema de era original. Al amanecer la víspera (7 de septiembre) del día de la Patrona las esquinas y bocacalles que desembocan en la Plaza del Generalísimo se encontraban atascadas de carros. No podían situarse en las arterias principales y tenían que ir tirados a brazo limpio. Nada de tracción mecánica o animal. Cuando las campanas de la torre tocaban el Angelus, el Pregonero hacía sonar su corneta y el primero que llegara podía montar el “tablao”. En un alarde de tiempo e ingenio fabricaban sólidamente, un coso taurino de cuatro pisos. En el suelo, se colocaban los chiquillos entre las ruedas de los carros. En el segundo piso, detrás de los varales, aquellos que no pudieron hacer un “tablao” y los forasteros. Apoyados en los varales ponían unos listones o vigas apretadas con sogas y allá colocaban sillas para sentarse la familia e invitados del propietario del carro. Detrás, en un piso superior, los andamios o “tablaos”. 

Torre de Pedroche.


Narra las condiciones del ruedo, que en medio tenía una farola, rodeada de árboles y bancos; y cuenta las andanzas de una vaca resabiada.

“Hubo un año que matar una vaca, vieja y resabiada… Le llamaban la “Moga” con fama de haber mandado al otro mundo a más de un maletilla y especialista en introducir dentro de los burladeros un cuerno casi perpendicular y afilado como una bayoneta (“mogo”), y sacar a sus ocupantes y perseguirlos”. 

Vista de Pedroche.


Una plaza de carros parecida se montaba en las Fiestas de San Roque en Dos Torres, de las últimas veces que se hizo rodé un reportaje de doce minutos para el programa: “Toros 2” de la Segunda Cadena de TVE.

Y de una de estas vacas de la legua. Maestra de todas las maldades y artimañas se guarda recuerdo en Pozoblanco. La Llamaban la “Tía Casariche”. 

Ayuntamiento de Pedroche.


El Museo Etnográfico, después de haber recopilado mucho material, no llegó a buen puerto. Con el informe que elaboré para los oficios, presenté en TVE, el proyecto de una serie: “Oficios para el recuerdo” de la que hicimos 78 documentales de media hora de duración cada episodio.

De Jorge Manosalvas, hace mucho tiempo que no sé nada de él. Pero de vez cuando me recreo leyendo sus buenas narraciones sobre las viejas costumbres de su pueblo y de nuestra Comarca. 




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