Últimos días del año mientras esperamos el 2019

EMILIO GÓMEZ
LOS PEDROCHES

Nochevieja del 2018. Cuando todos los relojes del planeta se aproximen a la medianoche, todo el mundo experimentará un entusiasmo colectivo que no tiene comparación con ninguna fecha del año. Se festejarán los primeros minutos del nuevo año con abrazos, besos y deseos. Todo después de haber tomado las 12 uvas con una relativa y, a veces, frágil felicidad. A la gente le apetece entrar en el 2019. Lo celebra hasta que llega la primera y fría mañana del año. El siglo XXI va sumando números. Lejos quedan aquellos días en los que el 2000 era como llegar al mundo de la ciencia-ficción. Ahora, después de unos cuantos dos mil y pico años, sabemos que el cambio de números o de siglo era solo un paso más. La vida va rápido. Mucho más de lo que queremos. El brillo de las luces de navidad nos pone en un nuevo año que está a punto de aparecer pero nos deja sin otro que no regresará jamás. 



En fin, que son días de pensar en fiestas y en juguetes. Lo segundo es más importante si cabe pues yo pienso en los que tuve y en los que no pude tener. Muchas veces pienso que cuando puedes tener juguetes no puedes comprarlos porque es una cosa que depende de los reyes, cuando tienes juventud para viajar y comerte el mundo, no tienes dinero. Cuando ya consigues ser Rey Mago y tener dinero, ya no tienes ni ganas de juguetes ni de comerte el mundo. Quizás porque el mundo ya te ha comido a ti. De lo que se deduce que no hace falta tener recursos para ser feliz en la infancia, en la juventud o en la madurez. Son más importantes las ganas. Seguir creyendo en los Reyes Magos y en los veranos juveniles que estén por venir. 



Lo que llegará pronto será el mes de enero. En sus primeros días bajarán los niños al parque con sus juguetes y luego todo se habrá olvidado. La Navidad pasará sin que nos demos cuenta. Es la representación del paso del tiempo entre el ‘jerseys’ de lana y la trencas abrochadas. Los padres no son conscientes de lo felices que pueden llegar a ser los niños en estas fiestas. No ya por los juguetes sino por todo lo que rodea la Navidad. Cuando la fantasía entra en juego, a la realidad solo le queda rendirse. No es lo que ves (que también) sino lo que imaginas. No es el mundo de la Navidad sino el mundo propio que te creas en Navidad. La magia está en cada uno de nosotros. Algunos se la dejan en los bolsillos interminables de la infancia a la que no regresan jamás cuando lo pueden hacer con sus hijos o sus nietos. 



Borges decía que no hay día en el que no podamos pasar al menos unos instantes en el paraíso. Tenemos todo el 2019 para hacerlo si la vida nos da la oportunidad que estemos. Es por ello que tendremos que aprovechar ahora que estamos vivos. Mañana no sabemos lo que pasará. 


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