Las dos Españas

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Comenzamos un año nuevo con muchas incógnitas importantes a resolver que tendrán una gran influencia sobre todos los españoles.

Este artículo no va sobre la política al uso como algunos han podido pensar al leer el titular, no va de rojos y azules, de izquierdas y derechas, va de lo verdaderamente importante, del tema económico, pero ya aprovecho para recalcar que en la actualidad los colores de partidos es el medio para obtener el único y principal fin: el poder y con él conseguir dinero.

En 2019, el que crea firmemente en ideologías, se engaña a sí mismo, porque repito en este mundo globalizado donde España es una parte pequeñita del planeta Tierra, donde un resfriado en Brasil, por ejemplo, (hablando de estabilidad general) tiene una repercusión directa de forma negativa en nuestro país, qué pueden hacer frente a esto las falsas ideologías de camisetas.

No me desvío del verdadero mensaje de este artículo y me centro en el titular, donde comenzamos el año con dos Españas más diferenciadas que nunca desde hace 40 años. Estas diferencias se dan en comportamientos y remuneraciones económicas, produciendo un desequilibrio muy destacado y que suma más palos a las ruedas del desarrollo de nuestro país.

Por un lado en la cara “A” están los empresarios honestos que cumplen con sus respectivos convenios, respetando las horas y salarios, también los muchos y buenos trabajadores que a través de su nómina están controlados por Hacienda y que además de aportar su empresa el dinero de Seguridad Social, ellos aportan su parte correspondiente también a la Seguridad Social, para tener una buena pensión cuando llegue la hora. He hecho un cálculo de un trabajador que cuando se jubile va a tener 40 años cotizados y que con el IPC actualizado, entre la empresa y él, han aportado a lo largo de su vida laboral unos 270.000 euros.

También están los funcionarios que han sacado su plaza por méritos propios y que además afrontan su día a día con la profesionalidad y responsabilidad que determina su cargo. Una parte mínima de políticos “profesionales” que son honrados y se esfuerzan por hacer la mejor política que saben, aunque sus capacidades sean mediocres. Las trabajadoras del sector doméstico que tienen conciencia de cotizar, pensando en el futuro. La gran mayoría de jóvenes que se han dejado las pestañas y han sacado una carrera y no tienen posibilidad de trabajar, no ya en lo que han estudiado, sino en cualquier otro trabajo de menor nivel. Los hombres y mujeres que en el día a día dan ejemplo de respeto, trabajo y solidaridad por la defensa de la igualdad, proclamándolo con el ejemplo. Hombres y mujeres que no desprecian cualquier trabajo por duro que sea para ganar un sueldo aunque sea modesto y por dignidad propia de sentirse útil.

En la cara “B”, por el contrario, nos encontramos con los empresarios usureros e incumplidores que tienen a sus trabajadores con contratos de 4 horas/día, cuando trabajan 10 horas diarias, incluso tienen a trabajadores sin dar de alta. También a los trabajadores que simultanean el trabajo con las ayudas sociales, cobrando en dinero “B” y que apenas aportan dinero a la Seguridad Social, dándose el caso que cuando llegan a tener la edad de jubilación apenas han aportado 30.000 euros en toda su vida laboral, gran parte de estos serán los que encabezarán las manifestaciones de las pensiones. O los empleados públicos que están en su puesto por enchufe y que se escaquean todo lo que pueden, prestando un trabajo muy deficiente al ciudadano. Una mayoría de políticos profesionales que en su vida privada no han tenido experiencia profesional mínima y que buscan su salida profesional escondiéndose tras las siglas de un partido político para tener un buen sueldo y gastos pagados. Las trabajadoras del sector doméstico que no quieren que les den de alta, cobrando en “B” y además poder acceder a subsidios, también parte de estas mujeres encabezarán las manifestaciones para cobrar pensiones mucho más altas. Una parte de jóvenes adultos que viven del dinero de padres y abuelos, y que se justifican para no trabajar diciendo que las condiciones son muy duras y el salario bajo. Los machistas extremistas que someten a las mujeres de forma dictatorial e infame como si fueran seres inferiores a los hombres. O esa parte mínima de mujeres ultrafeministas que están a todas horas criminalizando al varón por el mero hecho de serlo, como si detrás de cada hombre hubiera siempre un potencial maltratador. O aquellas personas que sólo aceptan trabajos si se les paga en “B” para beneficiarse de las diferentes ayudas sociales, etc.

Y así podría seguir con algunos casos más extremos de “A” y “B”.

Esta es la realidad de las dos Españas que tenemos, dos Españas de extremos opuestos, que harán que cada vez cueste más cuadrar las cuentas para mantener el actual estado de bienestar en todas sus variantes.

Dos Españas que están en las antípodas una de la otra, y no son por rojos o azules, sino por una simple cuestión monetaria.


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