Manifiesto estudiantil 8M

PAULA RANCHAL GARCÍA
(Estudiante - novataentrehojas.es


Existe un hombre. Un hombre que vive, que sueña, que siente y que aprende. Pero, de la mano coexiste una mujer y a su vez ella vive, sueña, siente y, además, aprende, por tanto, es a deducir que ella también existe. Sin embargo, ¿dónde está? ¿Realmente frente a nuestros ojos? ¿Elogiada, adulada, reconocida, libre?

A lo largo de la historia, hemos podido apreciar con claridad que se ha mantenido una desigualdad latente entre hombres y mujeres que nos desfavorece. Pero, ¿nos paramos a preguntarnos cuáles son las raíces de esta disparidad? Quizá para encontrarlas habrá que remontarse a la más prístina y básica naturaleza del ser humano. Nacemos pues, y no es sino dictándonos entre ceja y ceja que somos diferentes. No diferentes como personas, diferentes como género, como rol, como aspiración, como finalidad. “¿Un niño con una muñeca? ¿Una niña con un balón?” “¿Es una niña? Como no lleva pendientes pensaba que era un niño” “No seas tan bruta jugando, pareces un niño” “Mira qué guapa, con tu pelo arreglado”, “Pintarse las uñas es de chicas” “Así vestida pareces una mojigata”, “Así vestida pareces una puta”, “Si no querías que te mirase, ¿para qué llevas ese escote?” “¿Un niño con el pelo largo? ¡Parece una niña!” “Esas cosas son de niños. ¡No seas marimacho!” “Esas cosas son de niñas. ¡No seas mariquita!” “Tienes que comportarte como una señorita” “¿Informática? ¿No prefieres bailar?”. Estamos sometidas desde nuestros primeros pasos a comportarnos de manera que sigamos ciertos estigmas impuestos independientemente de cuáles sean nuestras pretensiones que, aparte de que nos infravaloran y no crean en nosotras más que involución en cierne, reprimen todo nuestro posible proyecto con visión retrospectiva. Estamos hartas. No queremos tener que tolerar más una constante fiscalización por tomar la iniciativa y ser firmes y contingentes desde el primer momento de nuestro desarrollo. No somos dueñas de lo que puedan o no enseñarnos, no tenemos espíritu crítico cuando inmiscuyen en nosotras valores deconstructivos para nuestro progreso con apenas años de edad.

Además de contar con una formación alejada del reconocimiento femenino, porque tú, estudiante, ¿a cuántas mujeres reconocidas conoces en ámbito de la ciencia, la lengua o la historia sino a Marie Curie o Clara Campoamor? ¿De cuántas te han hablado durante toda tu formación profesional? Porque, te recuerdo, aludiendo al principio, que existen. Abrieron puertas y se desenvolvieron en un mundo de hombres que no les permitía hacerlo. Revolucionaron la mentalidad de las que se creían inútiles y emprendieron el camino a un mundo en el que también tuvieran cabida, pero, ¿para qué? ¿Para perderlas de vista en todo campo informativo público? No, no queremos aguantarlo más. No queremos tener que hacernos valer con más dificultades que nadie. No queremos evitar ciertas opciones por considerarnos incapaces. No queremos pensar que nuestro esfuerzo será en vano. No queremos callarnos cada vez que hagan un comentario lascivo hacia nuestro vestuario por conveniencia. No queremos que lo hagan. No queremos que el “fútbol de los niños” nos quite siempre el espacio en el recreo. No queremos que nos ofrezcan el vestidito rosa continuamente. No queremos sentirnos obligadas a lucir nuestras mejores galas todos los días, a perseguir estereotipos, a ser lo que la sociedad nos pide por el hecho de ser mujeres. No queremos ser el “para saber más” del final de alguna que otra unidad. No queremos que inagotablemente se refieran a la humanidad como “el hombre” dentro del temario, ni que se nos atribuya que en un futuro seremos grandes madres y cuidadoras.

No, queremos justicia de una vez por todas y para ello planteamos medidas para la posible conformación de un sistema educativo basado en la igualdad real de oportunidades. Cabe destacar de entre ellas la formación al profesorado de los centros en feminismo incluyendo, al menos, los siguientes contenidos: historia del feminismo, importancia del lenguaje inclusivo y uso del mismo, desaprendizaje de la competitividad, el machismo y el heterosexismo, consentimiento y maneras de relacionarse positivamente, toma de la palabra desde la escucha y el diálogo, y la importancia de cuidados y afectos. Otra a destacar es la inclusión de filósofas, científicas, poetas, abogadas, historiadoras, matemáticas, físicas y un largo etc. en el currículum de cada asignatura, además de la eliminación de cualquier código de vestimenta que nos prive de nuestra libertad de expresión. Y, por último, es indispensable citar la instauración de asignaturas específicas de educación sexual, así como de equidad de género en todos los cursos de todas las etapas. Estas asignaturas específicas contemplarán, además, la formación obligatoria del profesorado en estas materias. Porque los prejuicios y los estereotipos también nos atraviesan en tanto que docentes. Porque somos parte fundamental en la perpetuación y legitimación de un sistema patriarcal y heterosexista.

Así que hoy, ocho de marzo, salimos a la calle con los preceptos claros para la creación de un mundo que nos tenga en cuenta ya que está más que claro que cuando “nosotras paramos, el mundo se para”.


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