155 ‘noes’, 67 abstenciones y 124 votos a favor

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)



Sin acuerdo. Pedro Sánchez no fue investido. Qué difícil se ha puesto ser presidente del gobierno. El nuevo mapa político que se ha establecido con la aparición de nuevos partidos está haciendo que, en muchas ocasiones, esto sea ingobernable. El problema que había con el bipartidismo es que nadie quería irse. Había un acomodamiento peligroso. El nuevo problema, sin bipartidismo, es que todos quieren meterse. Y en fin. Votamos mucho. Demasiado. Todos quieren gobernar. Antes uno gobernaba y otro esperaba. Ahora todos quieren pillar trozo de la tarta. Vamos a llegar a un grado de desidia que las urnas quedarán semivacías a este paso.

La gente está cansada de que no se le atiendan las demandas mientras sigue el baile de sillones. ¿Qué quiere realmente el pueblo? Vivir dignamente con un salario justo o pensión, no padecer impuestos abusivos ni una burocracia aplastante e insoportable. Nos parece muy bien que los políticos se pongan espléndidos en sus discursos, pero la gente ha dejado de creer en eso que dicen. Sólo le interesa que, de una vez por todas, se le ponga solución a sus problemas del día a día. Y también que se resuelva el tema catalán, pues hay unos señores en Cataluña que quieren dividir el país en el que vivimos. Y nadie le para los pies. Es un momento histórico y muy peligroso el que vivimos con estos señores del lazo amarillo.

Mientras tanto, el Congreso de los Diputados se llena de reproches, enganchones y culpas, con políticos a los que les preparan unas intervenciones brillantes y agresivas sus asesores. Pedro Sánchez se volvió a La Moncloa con el ‘no’ del Congreso. Sólo 124 de los 350 diputados (los del PSOE más el del PRC de Revilla) han votado a favor de su investidura. En contra lo han hecho 155 (PP, Cs, Vox, CC, JxCAT). Se han abstenido la mayoría de los socios que el año pasado le convirtieron en presidente. Si Podemos hubiera votado a favor, ellos también lo hubieran hecho.

La ley electoral debe de cambiar. No se puede tener la parálisis que se está teniendo, ni convocar elecciones un año sí y otro no. Una segunda vuelta o darle el gobierno a la lista más votada. Esto evitaría estos circos que no ayudan al país en nada. No sé por qué los partidos ‘constitucionalistas’ no pudieron darle el sí o la abstención a Sánchez si se fijaban unos acuerdos mínimos que mantuvieran la unidad del país, el ‘no’ a los independentistas y el seguimiento del diseño constitucional como indicaba Núñez Feijóo.

De esta manera se le acabaría el chollo a vascos y catalanes a la hora de decidir el futuro de España con sus condiciones. A ellos solo les mueve llevarse dinero para sus territorios.

PSOE y Podemos acabaron culpándose abiertamente por no formar gobierno. La culpa es tuya. ¿Mía? No. Sí. Lo que tú digas. Culpable tú. Un baile de acusaciones que no llevaron a ninguna parte. Qué diferente el panorama de aquella recién estrenada democracia, allá por aquella transición cuando como decía Manuel Vicent: “Mientras los padres de la patria, en julio de 1977, entraban por primera vez en el Congreso de los Diputados Mejía Godoy cantaba Son tus per-júmenes, mujer, los que me sulibeyan”. Se tuvo que dejar Vicent muchos temas musicales atrás como ‘La Espinita’ de Albert Hammond, el ‘Miss you’ de los Rolling Stones o cualquiera de las canciones de Camilo Sesto. Eso sí, ilustraba su texto con una foto de Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’ y Rafael Alberti. Y al fondo se veían los Suárez, Fraga, Carrillo, Marcelino Camacho, Guerra o González.

Como decía el cronista de aquella época “Entre los políticos comenzaron los primeros cambios de chaqueta. Un franquista amanecía liberal, un estalinista se hacía eurocomunista, el leninista se convertía en socialista, el falangista se pasaba a la socialdemocracia”. Aquellos padres de la democracia descubrieron muy pronto que la política podría marcar un camino diferente y mejor en la vida de los pueblos, aunque también descubrieron que tenía sus peligros. Esos peligros que estamos viendo ahora (al hacerse más evidentes). Esa es la razón por la que nadie se pone de acuerdo. Tendríamos que volver al principio para ver que esto no solo es cuestión de colores o de poder. Es mucho más. Es el ciudadano el que está por medio y la vida de tantos españoles. Eso lo han olvidado aunque lo lleven apuntado en su discurso. Y en ocasiones hasta lo digan. Lo peor es que ya nadie cree nada. Ni entre ellos se creen. No se fían ni de ellos mismos. Ese es el problema. Hemos llenado el caldero de mentiras tan gordas, que a ver quién lo saca del pozo. 




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