La Ponderosa y las cosas que se fueron

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viernes, 26 de julio de 2019 | 1:35 1

La Ponderosa y las cosas que se fueron

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO 

La Ponderosa. /JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ.

Lo principal de un pueblo es su gente, las cosas que suceden en él, los bares y sitios donde la gente va a contar esas historias. Por eso no me gusta cuando llegan los que quieren quitar lo que existió “los toros, las tradiciones, el vino y la aparcería, los caballos en la feria”. Y muchas cosas más.

Hemos cambiado lo que teníamos: gente en la calle vendiendo de todo (helado, leche, verdura...) o trabajando en afilar tijeras, o reparando sillas de anea con hilo y con guita. Todo eso se ha cambiado por cosas rápidas. La gente quiere las cosas ‘para ahora’. Franquicias con locales de comida rápida, grandes almacenes donde comprar de todo y desaparición de los sitios de siempre. Esos que eran diferentes pues cada uno los decoraba a su manera y los llevaba a su modo.

Recuerdo con esta foto a La Ponderosa de la última época (el del local de abajo de la foto),con su tapa especial de la albóndiga y el caldito donde estaba remojada. Una delicia. Como también lo era el ambiente que allí se formaba. Y el dueño que lo regentaba. En su local nunca perdía el Madrid. Decía: “en mi casa no, en mi casa no pierde el Madrid”. No es que su local estuviera bendecido de blanco sino que cuando iba perdiendo por más de un gol, apagaba la televisión sin más. Historias que se van perdiendo en un mundo donde los sitios están cada vez más cerrados. Donde antes había siete locales (de lo que fuera) ahora solo hay uno. Eso lleva sucediendo mucho tiempo.

El encanto de un pueblo siempre ha sido conocerse de memoria el mapa sentimental que tenía. Ese que te recorrías a pie sin utilizar el Google Maps. Era un mapa en el que había de todo pero mejor distribuido: (la casa del herrero, el carpintero, el tabernero, el panadero, el pescadero). Cada uno tenía su sitio. En los tiempos que corren, todo está más concentrado. Por eso hay menos aventura, menos historias, menos diálogos. Y menos ganas de salir por todos sitios (como se hacía antes).