Cuando Córdoba quedó más cerca y en los veranos hacía mucha calor

EMILIO GÓMEZ 
(Periodista-Director) 




Cuántas veces nuestros padres y abuelos pidieron un arreglo para la carretera que nos llevaba y nos traía de Córdoba. Queríamos estar más cerca de nuestra capital por muchas razones. No nos acordamos ya, pero pasaron muchos años hasta que esa carretera llena de curvas y precipicios desapareció. Han sido muchos años de máquinas y alquitrán. De carretera cortada, de paradas obligadas porque estaba arreglándose.

Hoy en un salto estás en nuestra capital. Queda más cerca. Para lo bueno y para lo malo. Cada vez más gente se va allí a vivir, a comprar, a salir de marcha. La siente como propia después de tantos años de lejanía quizás por la distancia o esa vieja y serpenteante carretera. Acercarse a algo demasiado es una tentación golosa. Dice una amigo mío “le hemos puesto alas a esa carretera”. Era obligatorio el acercamiento pues durante muchos años transitamos por una carretera tercermundista.

Aquella ilusión de nuestros mayores no era para hacer vida en Córdoba sino para tenerla cerca cuando iban de médicos y papeles. También para los estudiantes que se pasaban horas y horas en aquel autobús de línea. Nadie que pasara por la vieja carretera se olvidará der las curvas de Espiel y las de la Alegría de la Sierra (que más que alegría era una tortura).

Ahora que tanto se habla de que los veranos duran más de lo normal y son muy calurosos, recuerdo los de cortes de agua que había antes donde se creaba una gran desesperación al llegar a casa, abrir un grifo y ver que no salía nada. Tiempos en los que te duchabas solo cuando daban el agua. Dice el refranero que “invierno seco y sin frío, y verano sin calor, no es buen año, amigo mío”. No está siendo el verano de un calor agobiante. Hay días de todos pero no debemos olvidar que estamos en verano. Lo que ha cambiado es la forma de vida. No sé lo que haríamos ahora si tuviéramos que ir a Córdoba por la carretera de entonces o si tuviéramos que coger, de nuevo, la palancana porque han cortado el agua. Antes estábamos acostumbrados a eso y a que se fuera la luz y, sobre todo, la señal de televisión.

Dicho esto, la vida no parece la misma. O sí. Es cierto que ahora Córdoba está más cerca, los veranos son más largos, el teléfono lo hemos descolgado de la pared para llevarlo en la mano pero lo esencial no ha cambiado. La gente quiere ser feliz, tener éxito, dinero y un sitio donde vivir. Cambia la música pero no la sinfonía.

“Ya hemos llegado a Córdoba”, me dijo mi acompañante. ¿Cuándo arreglaron la carretera que he hecho el viaje tan bien que me he quedado hasta dormido? 



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