Cartas electorales, no. ¡Gracias!

SEBASTIÁN MURIEL
LOS PEDROCHES


Sí. Decididamente no quiero recibir propaganda electoral en mi buzón de correos. Tampoco en el electrónico. Aparte del despilfarro económico porque la mayor parte de las papeletas terminan en la basura y ese dinero se podría emplear en otras cosas, no me parece digno que los políticos sólo me escriban para pedir el voto. Navegando por el INE con la intención de borrarme de los receptores de mailing, no he podido: se necesita la firma digital o el acceso mediante cl@ve.

El bombardeo masivo de cebos políticos sobre los hogares españoles genera mal rollo. Es un abuso del poder de los partidos, trabajo extra para carteros, cartas ridículamente redactadas manifestando una proximidad que en realidad no existe, misivas impersonales que sólo cambian los nombres y la dirección. Textos maquillados por psicólogos, expertos en marketing, asesores y sociólogos con firma destacada de color y todo ello en sobres tuneados con mensajes y carita del guapo de turno con sonrisa. Vamos que no, que no quiero recibir ese tipo de cartas repletas de mentiras y edulcoradas consignas con las que pretenden sembrar su particular semilla partidista. Bastante tenemos ya con la prensa, radio, TV y las redes.

En las susodichas cartas, el partido firmante se define como el bien común, la solución, la única salida, la luz y la justicia. Los otros partidos son identificados con el mal, el problema, la cerrazón mental, la oscuridad y la injusticia. Evidentemente no faltará aquello de que “yo soy más demócrata que tú porque yo soy un pata negra democrática”. Los demás son corruptos, ineptos e insolidarios. Yo en cambio me caracterizo por la honradez, la enorme aptitud y mi gran solidaridad.

Otra cosa sería que nos contaran sus logros [hechos] y nos presentaran compromisos concretados con datos y fechas, proyectos realizables y un poco de autocrítica. Publicitarse como un super o una agencia de viajes no les servirá de mucho.

Siempre he preferido la intimidad de una cabina electoral, auténtico símbolo de un sistema democrático. 


No hay comentarios :

Publicar un comentario