Pongamos que hablo de vivir (LVIII)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


Ya está aquí noviembre, durante esta época del año, el frío suele dar sus primeros avisos en forma de resfriado o gripe, si hay suerte llueve e incluso nieva, tenemos que acostumbrarnos al tan reciente y dichoso cambio de hora, y bueno, demás eventos que suelen tener acto de presencia durante ese período cambiante. Pero lo más importante, al menos para nosotros, es el comienzo la recolección de la aceituna, pues ya lo refiere el refranero español: “A últimos de noviembre, coge la oliva y después duerme”.

A escala local y comarcal, comienza una pequeña revolución, liderada por los olivareros y su quehacer diario. Las máquinas resuenan en el vientre de los abruptos cerros de los Pedroches, se oye el batir de varas y mantos arrastrados por las pendientes, las voces de los aceituneros y el trasiego de los sacos y remolques de aceituna que al final de la jornada, si no hay novedad, recalarán en la cooperativa para ser esta así transformada dicha aceituna en el preciado AOVE (Aceite de Oliva Virgen Extra).

Es un momento maravilloso del año, las faneguerías se reúnen a la luz de la candela, a primera hora o a media mañana, y comentan el estado de la aceituna este año, si “se tira” mejor o peor del árbol, si tiene más o menos acidez, su tamaño, como están los olivos este año, etc., es todo un ritual lleno de encanto y tradición que ojala nunca se pierda.

Este año, desgraciadamente la cosecha es menor, las perspectivas no son buenas y el ánimo, por ende en general, está más bajo que como suele estar por costumbre en esta época del año. Y les soy sincero, no me extraña, menudo panorama fruto del reflejo de nuestra forma de vida en esta sociedad descerebrada y loca, y a veces absurda también, en la que nos toca vivir y remar a diario.

Digo descerebrada porque sinceramente, suceden cosas que son realmente difíciles y complicadas de entender. Si no, díganme ustedes porque un olivarero de cualquier parte de Andalucía, ha de pagar por las políticas aeronáuticas y comerciales de unos dirigentes y/u otros. A mi juicio, son un colectivo de egoístas que en ocasiones solo prestan atención a ellos mismos, sin preocuparse ni un ápice de desempeñar el cargo para el cual fueron elegidos por sus electores.

En fin volvamos al AOVE que es lo nuestro, al hilo de lo anterior, y recurriendo al refranero, les cito: “la verdad es como el aceite, queda siempre por encima”, y de eso precisamente quería hablarles hoy. A veces la utilización del lenguaje, genera controversia y confusión, y de ello se aprovecha nuestro interlocutor, que a veces nos dice cosas que queremos oír, pero no son totalmente ciertas o se trata de verdades a medias, que diría Sabina.

¿Qué entienden ustedes por refinado?, ¿Cualidad o defecto?, normalmente se trata de cualidad, y ese es un tema en verdad inconcebible, explíquenme como a un producto inferior se le atribuye en su nombre un mérito que no tiene. Verán no es lo mismo un Aceite de Oliva que un AOVE, el primero es el resultado de la mezcla de un aceite lampante y un Aceite Virgen, mientras que el segundo es zumo de oliva sin más.

Es muy importante que el consumidor conozca esta diferencia, pues sabiendo lo que compra, puede comparar en definitiva, no sólo compare precios, sino calidad, pues no es lo mismo un producto mezclado, que un producto excelso producido directamente. En este caso, les recomiendo que compren siempre Virgen Extra o Virgen es su defecto, pues la diferencia económica con respecto al Aceite de Oliva, de Orujo, Girasol, etc., en nada se justifica se lo digo yo en confianza, que no se dé casi nada, pero eso algo se.

No se dejen engañar por las nomenclaturas, los adjetivos o las etiquetas, un ejemplo elocuente, el aceite de primera prensada no existe y no es tal, pues hace ya muchos años que el AOVE no se prensa con el mítico sistema de la prensa y los capachos, en la actualidad se extrae por medio del termobatidoras y centrífugas, en fin pequeños detalles que confunden y no dicen lo que deben. Busquen siempre una certificación de calidad, por ejemplo, AOVE de producción integrada o bien AOVE ecológico, algo que certifique su proceso de producción y extracción, eso ayuda bastante.

En definitiva, como se decía en el Lazarillo de Tormes, que no se la den con queso, curioso ejemplo que se acuñó en las compras de vino, donde el queso era utilizado para acompañar a las peores añadas para así venderlo también con las buenas. Es importante en el AOVE, y en casi todo lo agroalimentario, saber que se compra y aún más, saber de dónde proviene lo que adquirimos (trazabilidad), y si no lo sabemos preguntar, o bien hoy en día, mirar en internet, que afortunadamente es una ventana muy grande donde poder asomarse.


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