Entrevista a Joaquín Domínguez, Mayordomo del Santuario de la Virgen de Luna
" Me voy satisfecho con mi gestión y agradecido a las personas e instituciones con las que me relacioné"
Emilio Gómez
Pozoblanco
Joaquín Domínguez se despide este año de la Mayordomía después de ocho años intensos en los que ha cumplido con creces la labor que se le encomendó. Dice que está encantado con las amistades que se encontró en este período y se va después de vivir una experiencia muy positiva y gratificante.
¿Cuéntenos cómo se produjo su designación como mayordomo?
A primeros de 2012, recibí la llamada de D. Pedro Fernández Olmo, entonces párroco de Santa Catalina, ofreciéndome la posibilidad de asumir el cargo de mayordomo del Santuario de la Virgen de Luna. Tras reunirme con él, acepté de buen grado.
¿Por qué aceptó el cargo?
Siempre he sentido un apego especial a las celebraciones de la Virgen de Luna. En mi época como concejal de Cultura del Ayuntamiento tuve el honor de proponer la realización del pregón, que se ha convertido en uno de los momentos más importantes de la víspera de la romería. Y además me correspondió, a propuesta de la cofradía, realizarlo en 1996. Todo ello influyó en mi incorporación a esta tarea.
¿Cuáles son las competencias de este cargo?
La Mayordomía, durante el tiempo en que he ocupado el cargo, se ha llevado adelante como una labor individual de administración, mantenimiento y custodia de los bienes del Santuario, siempre contando con la colaboración del santero y con la confianza, consenso y apoyo del actual cura párroco de Santa Catalina, D. José María González, y el capitán de la Cofradía, D. Juan García.
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Joaquín Domínguez ha ocupado el cargo desde 2012/ SÁNCHEZ RUIZ |
¿Cómo cree que ha repercutido en el Santuario el desarrollo de su gestión?
He trabajado en dos direcciones: la primera ha sido el beneficio de la infraestructura del Santuario con obras como la construcción de paredes o muros de piedra en la parte trasera del mismo, la construcción de un aljibe para acabar con la escasez de agua en las romerías, reformas en la casa del santero, dotación de barbacoas, reforma del alumbrado de la ermita, eliminación de una plaga de termitas que amenazaba con causar graves daños a la estructura del Santuario, reforma de la sacristía y embellecimiento en general de esta construcción emblemática. La segunda parte de mi labor ha estado dedicada a beneficiar la estética de las romerías y su organización. Así, se han eliminado los puestos de la explanada de la ermita, las carpas y las discocasetas, que generaban ruidos y desvirtuaban la imagen que debe tener una romería. Para desarrollar ambas funciones, he contado siempre con los ayuntamientos de Pozoblanco y de Villanueva, con las cofradías de ambos pueblos y con familias y personas implicadas en el desarrollo de las romerías que se celebran al año.
¿Qué es lo mejor y lo peor que le ha pasado en estos ocho años?
Lo mejor ha sido conocer desde dentro los entresijos de la romería y ahondar en mi amistad con las personas que la hacen posible y para las que sólo tengo palabras de agradecimiento. Lo peor ha sido no haber podido disponer de medios económicos para realizar algunos de los objetivos que me había fijado cuando comencé.
¿Cómo es el día de la romería para el mayordomo?
Intenso. A partir de las 08:00 estoy en el Santuario y voy contactando con los vendedores ambulantes para la asignación de los puestos. Después asisto a la misa para estar pendiente de la colecta, preparo los recibos para los vendedores, reviso todos los cobros y tras ello reviso las cuentas finales. Disfruto un poquito de la romería y me marcho para Pozoblanco.
¿Por qué lo deja?
Creo que he cumplido con creces el plazo de cinco años fijado en un principio. Me hago mayor y, tras desarrollar esta honorable tarea, es momento de asistir a la romería como espectador junto a mi familia y amigos.
¿Qué consejo le daría al nuevo mayordomo?
Que trabaje por la Mayordomía y que se comporte siempre abierto al diálogo con todos los implicados en esta hermosa aventura. La Virgen de Luna forma parte de nuestro acervo religioso, cultural y tradicional. En definitiva, el nuevo mayordomo no debe ahorrar esfuerzos para hacer cada vez más grande esta parte imprescindible de nuestro patrimonio como pueblo.
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